Perdida y sin luz
Después de andar perdida muchas lunas,
sumergida en caminos equivocados,
cada piedra sobre mis quimeras
laceró de azules mis ocasos.
Cada ruta de aparente miel sincera
dejó amargo sutil sobre mis labios,
y en las noches de mis primaveras
la ilusión se durmió entre los brazos.
Después de andar perdida,
muy perdida,
encontré crisoles dondequiera,
muchas dudas,
fuerte valentía,
y vi luz en ojos blanqusinos,
y calderas encendidas en mis manos.
Ya no quiero encontrar otro destino,
prefiero padecer siempre a tu lado,
y que nunca el sueño me detenga
en la búsqueda gris de la conciencia
que se encuentra sumida en el letargo.
Eres luz que enciende las hogueras
entibiando los fríos derramados
sobre este triste fantasma
que atesora el lugar sagrado
donde se iluminan
los rincones íntimos
de mi jardín.
Carmen Amaralis Vega Olivencia