Del tiempo de un suspiro emerge la fantasía;
bajo un pentagrama de notas por alimentar
el aire de un parral, cuyo albergue es alegría
de un progente rayo de libela en el agentar
una esperanza del escotoma por el ocaso
Puedo divisar una visión, que clama la razón
en estrellas doradas de un escotoma en hado,
formando simbolismos áureos de ensoñación
asida en el suspiro de un destello apeonado,
dentro de un sendero resonante de pérgolas
Somos el hogar del alma, corazón y bajeles
insertados en una eternidad de alabastros
refulgentes, en los pedregales de oropeles
iridiscentes sobre las escolleras de latastros
arrimados a la levedad del axioma cósmico
En la inercia de este lacustre sol de silencio;
la quietud es la huella de un sonido cóncavo
alisado en el imaginario bosque del asencio,
cuya actitud orante reza como santo esclavo,
hasta fundir la pregunta sin aquella respuesta
Escucho los ecos del viento en una ebúrnea
arena, como el tránsito estelar de los luceros
escalonados en aquel gorjeo que devanea
suspiros, en el repicar del esplendor de eros
sustanciado por la estancia de las espumas
Nelson