Hitler se pegó un tiro en la cabeza. Los grandes jerarcas nazis (Göring, Von Ribbentrop, Rossenberg, Hess) fueron condenados en Núremberg, a la horca o a cadena perpetua. A Mussolini lo fusilaron los partisanos y su cadáver fue brutalmente profanado en Milán…
En cambio, Hirohito, el Emperador del Japón, el otro gran líder del Pacto Tripartito, que ordenó el ataque a Pearl Harbor y la invasión de todo el Sudeste Asiático, no solo se fue de rositas, sino que siguió reinando hasta 1989. ¿Cómo es posible? La increíble impunidad del llamado Emperador Shōwa sigue siendo una cuestión polémica y espinosa para políticos e historiadores de todo el mundo.