En Líbano, su país natal, Gibrán sigue siendo un héroe literario.
Su estilo, alejado de la escuela clásica, marcó el inicio de un nuevo movimiento en la prosa poética de la literatura árabe.
Para los árabes, Gibrán es un rebelde, tanto en el sentido literario como en lo político. Él emigró a Estados Unidos cuando tenía 12 años, pero regresó a Líbano tres años más tarde a estudiar. Allí fue testigo de las injusticias que sufrían los campesinos bajo los gobernantes otomanos.
"Era cristiano y veía las cosas que se estaban haciendo en nombre del cristianismo y no podía aceptarlas", explica Suheil Bushrui, Profesor de la Universidad de Maryland, en EE.UU.
En sus escritos, Gibrán denuncia la opresión de las mujeres y la tiranía de la iglesia y hace un llamado para liberarse del dominio otomano.
"Lo que hacía era revolucionario", dice Cole. "Por eso dentro de la literatura árabe es visto como un innovador, similar a la figura de W.B.Yeats para Occidente", añade.
Los líderes políticos consideraban que sus ideas eran dañinas para los jóvenes y uno de sus libros, "Espíritu rebelde", fue quemado en el mercado de Beirut apenas salió publicado.