La vida es impermanencia y, por lo tanto, deberíamos estar familiarizados con los finales de ciclos y los consecuentes reanudamientos. Sin embargo, a diferencia de esto, gran parte de los seres humanos desarrolla una enorme resistencia a los cambios. El miedo a la muerte, -la mayor de todas las transformaciones que necesariamente nos enfrentar-, está en la raíz de esa resistencia. Tememos lo desconocido porque él desafía nuestra fuerza, nuestro coraje y nuestra capacidad de enfrentar lo nuevo. Y no importa si esto se da en el aspecto trascendental, o en las más prosaicas situaciones cotidianas. Es de la naturaleza del ego buscar la seguridad y el confort que lo que es conocido y familiar le proporciona. La cuestión es que enfrentar el término de cualquier situación y el consiguiente desapego que él representa, nos prepara de algún modo para el momento final. Cuanto mayor sea nuestra incapacidad para encarar los ciclos naturales de la vida, los innumerables reinicios que se presentan en el aspecto material o emocional, menos crecimiento y evolución alcanzar. La aceptación del nuevo sin resistencia, es la mayor prueba de que empezamos a desarrollar la sabiduría ante el inexorable ciclo de vida y muerte. Las transformaciones son parte indisociable de la jornada existencial y en ellas debemos ver, por encima de todo, un excelente medio de probarnos a nosotros mismos el potencial que todos poseemos, para expresar el divino poder creador en cualquier circunstancia. La muerte no es el fin, sino el comienzo de una nueva vida. Sí, es un fin de algo que ya está muerto. Es también un crecer de lo que llamamos vida, aunque muy pocos sepan lo que es la vida. Ellos viven, pero viven en tal ignorancia que nunca encuentran su propia vida. Y es imposible para esas personas conocer su propia muerte, porque la muerte es la última experiencia de esta vida, y la experiencia inicial de otra. La muerte es la puerta entre dos vidas; una se deja detrás, otra está esperando adelante. ... Y la mayor calamidad que sucedió a la mente humana es que está contra la muerte. Ser contra la muerte significa que perderás el misterio más grande. Y ser contra la muerte también significa que usted perderá la propia vida - porque ellas están profundamente involucradas una en la otra; no son dos. La vida es crecimiento, la muerte es su florecimiento. La jornada y la meta no están separadas; la jornada termina en la meta. otra está esperando adelante. ... Y la mayor calamidad que sucedió a la mente humana es que está contra la muerte. Ser contra la muerte significa que perderás el misterio más grande. Y ser contra la muerte también significa que usted perderá la propia vida - porque ellas están profundamente involucradas una en la otra; no son dos. La vida es crecimiento, la muerte es su florecimiento. La jornada y la meta no están separadas; la jornada termina en la meta. otra está esperando adelante. ... Y la mayor calamidad que sucedió a la mente humana es que está contra la muerte. Ser contra la muerte significa que perderás el misterio más grande. Y ser contra la muerte también significa que usted perderá la propia vida - porque ellas están profundamente involucradas una en la otra; no son dos. La vida es crecimiento, la muerte es su florecimiento. La jornada y la meta no están separadas; la jornada termina en la meta. La jornada y la meta no están separadas; la jornada termina en la meta. La jornada y la meta no están separadas; la jornada termina en la meta. - Osho -
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