Meditaba en su cuarto de estudio un predicador, buscando una ilustración sobre el amor.
De pronto entró en el cuarto su hijita pequeña, diciendo:
-Papá, siéntame un poco sobre tus rodillas.
-No, hijita, no puedo ahora; estoy muy ocupado -contestó el padre.
-Quisiera sentarme un momento en tus rodillas, súbeme, papá -dijo ella.
El padre no pudo negarse a una súplica tan tierna, y tomó a la niña y la subió a sus rodillas,
y dijo:
-Hijita mía, ¿quieres mucho a papá?
-Sí que te quiero -contesta la niña-, te quiero mucho, papá.
-¿Cuánto me quieres, pues? -preguntó el padre.
La niña colocó sus manecitas en las mejillas de su padre,
y apretándolas suavemente, contestó con afecto:
-Te quiero con todo mi corazón y con mis dos manos.
Esta respuesta encerraba en pocas palabras lo que debe entenderse
por una dedicación completa,
y dio al predicador el ejemplo que buscaba.
A veces no tenemos palabras para expresar cuanto es el amor que sentimos por alguien,
pero aun con todo eso, podemos echar mano de la imaginación del niño
para expresar lo que sentimos.
Dios quiere que le amemos a él con todo el corazón y con las dos manos…
pero que amemos a quienes nos rodean, con todo el corazón y con las dos manos.
Génesis 24:18
Sírvase, mi señor le respondió.Y en seguida bajó el cántaro y,
sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber.
Génesis 49:24
Más su arco se mantuvo poderoso,
Y los brazos de sus manos se fortalecieron Por las manos del Fuerte de Jacob.
Éxodo 29:24
y lo pondrás todo en las manos de Aarón,
y en las manos de sus hijos; y lo mecerás como ofrenda mecida delante de Dios.