El 6 de enero no
sólo significa el fin de la
navidad. También es un día para
recordar la llegada de los tres
Reyes Magos a visitar a Jesús en
Belén. Antes de conocer un poco
su historia es bueno saber que
el calificativo de magos se le
da no porque fueran capaces de
hacer magia, sino porque en esos
días, en Medio Oriente se le
decía “magos” a las personas
sabias.
El origen del
mito de los Reyes Magos está en
la Biblia. Mateo no habla de
tres, ni da sus nombres, ni que
fueran reyes. Escribió “Nacido,
pues, Jesús en Belén de Judá en
los días del rey Herodes,
llegaron del Oriente a Jerusalén
unos magos diciendo: «¿Dónde
está el rey de los judíos que
acaba de nacer?”. (2, 1-2)
“Y al entrar en
la casa, vieron al niño con su
madre María, y postrándose, lo
adoraron; y abriendo sus
tesoros, le ofrecieron regalos:
oro, incienso y mirra”. (Mateo
2, 11-13)
A partir del
siglo III se estableció que eran
3: uno por cada regalo. Antes se
decían que pudieron haber sido
más. Incluso tradiciones
cristianas como la ortodoxa
sostienen que pudieron haber
sido 12 incluso.
En cuanto a los
nombres, Melchor, Gaspar y
Baltazar, aparecen por primera
vez en un cuadro del siglo VII.
En la imagen, hecha por San
Apollinaire Nuovo se ve a los
tres hombres, vestidos al estilo
persa. Luego, en el siglo XV se
hizo popular que cada uno
representaba a las tres razas
imperantes en el mundo: los
europeos, los asiáticos y los
africanos.
La historia ha
ido cambiado con el paso de los
siglos. La más aceptada por
todos empezó a tomar forma
apenas a finales del Siglo XVIII.
Entonces se dijo que, llegados
de Oriente, tres Reyes Magos
habían seguido una estrella que
les mostraba el camino al lugar
en el que había nacido el Rey de
los Judíos.
Antes de llegar
a su destino pasaron por
Jerusalén y, pensando que el rey
era Herodes, hablaron con él.
Los asesores del monarca les
informaron que, de acuerdo a las
profecías, el mecías debía nacer
en Belén como lo había dicho
Miqueas. Entonces los Reyes
Magos partieron, después de
decir a Herodes que a su regreso
le revelarían el lugar de
nacimiento del niño. Ese fue el
impulsó que llevó al rey a
cometer la masacre de los Santos
Inocentes.
La historia
tiene final feliz: los Reyes
Magos siguen la estrella, hallan
a Jesús y lo adoran.
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