Enviado: 10/01/2019 19:39 |
"El silencio es un amigo que nunca traiciona." (Confucio)Es normal que queramos que los demás sepan de nuestros logros personales y de nuestros queridos, ya que, de la misma manera que la tristeza, la alegría suele quedar estampada en nuestros semblantes. Hay momentos tan intensamente felicesen nuestra vida, que apenas cabemos en nosotros de tanto contentamiento y acabamos queriendo contar y esparcir cuanto estamos felices. Sin embargo, siempre estaremos rodeados por personas envidiosas, malvadas y que no soportan ver a alguien feliz, pues la felicidad les es tan extraña, que no son capaces de entenderla, hasta el punto de hacer todo para destruirla. No debemos temer la maldad ajena, en el sentido de que nadie es capaz de hacer con nosotros aquello a lo que no somos vulnerables. Cautela, sin embargo, es necesario, a fin de que no tengamos que enfrentar el peor de los otros en nuestra jornada. Por más que estemos seguros y seguros en cuanto a nuestras convicciones, existirán personas que intentarán disminuir por medio de provocaciones constantes y de maledicencias dispersas a nuestro alrededor. Incapaces de torcer por el éxito de nadie - ni de sí mismas -, no se permitirán convivir con las conquistas ajenas sin que traten de traer al otro al nivel de la propia oscuridad emocional, muchas veces utilizándose de medios antiéticos y cobardes. Muchas veces, es inevitable diseminar por las redes sociales el contentamiento por nuestros viajes, nuestras conquistas amorosas y profesionales, por el éxito de nuestros hijos, incluso sería muy aburrido sólo publicar lamentaciones, indirectas venenosas y lamentaciones en nuestros perfiles - hay óptimos psicólogos para ello. Sin embargo, es necesario saber que muchos verán todo esto como ostentación inútil, exceso de vanidad, ego inflado, o sea, estaremos sujetos a comentarios desagradables sobre nosotros, muchos de ellos por nuestra espalda. Siempre existirá quien torcerá por nuestra felicidad, quien caminará con nosotros bajo el sol o la tempestad, quien nos amará verdaderamente, en fin, será capaz de compartir nuestras vidas con reciprocidad sincera, sin embargo, serán muy pocos capaces de eso. Por eso, una de nuestras mayores conquistas será exactamente poder contar con por lo menos unos pocos que nos admiren realmente, sin ningún rastro de negatividad. A estos, sí, podremos desnudarnos enteramente, en nuestra grandeza y en nuestra pequeñez más inconfesable.En cuanto a los demás, se repite, cautela. No necesitaremos estampar nuestra felicidad en las vitrinas sociales y virtuales, paraque se complete. Aquellos que siempre estuvieron con nosotros,de cerca, allá al lado, compartiendo verdades, leerán la felicidad en nuestros ojos y conmemorarán con cada uno de nosotros cada conquista, cada escalón superado, y es por ellosque siempre valdrá la pena sobrevivir con ética y dignidad acada batalla de nuestro caminar.- Marcel Camargo -
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