La vida huyó en el lamento de no tenernos imposibilidad que me aventuró a otras tierras y a ti a otro cielo.
La piel se nos fue transparentando
Dejaste hijos que contarían que el abuelo en vez de ojos tenía mordidas de noche
Yo me enredé en papeles de tonalidades blancas que olía en busca de una tierra que me punzaba el vientre
Los perros se morían y las carreteras ya no eran cruzadas por burros Recordaba tu mano recogiendo humo hacia tus labios y la música lenta adormecía hasta ese lamento que subía desde los pies
No recuerdo con claridad la última vez de tu rostro no conservo más que una fotografía en una feria ni siquiera sequé una de esas flores que me diste mordiéndote el amor como si dijeras por descuido una blasfemia
No recuerdo tu cuerpo ni tu olor ni un poco el tono de tu voz pero sí el vibrar del aire el embestir del miedo al sentirte arrebatándome
Y hubo otros días con otras historias y tardes fumando ante un tinto sin paladear con la resignación absurda de no pronunciarte
Y cuando el mundo se acortó por un sol que ya no iba a ser para nosotros oí tu risa como cascada rota y fue la primera vez que tomaste mi mano para bailar en un kiosco vacío.