El monje anotó en sus escritos:
"En un lento amanecer en el que mi corazón
estaba triste y entre mis somnolencias oraba,
rogué con plegarias cargadas de quejas y reproches.
Entonces los cielos abrieron para mí sus puertas:
Y dije:
- Por favor líbrame de estas actitudes que me
hacen daño.
Y me respondieron:
- Te dimos la capacidad de cambiar; de ti
depende usarla.
Pedí paciencia.
Y me respondieron:
- Es a través de las dificultades que la construyes.
Pedí felicidad.
Y me respondieron:
- Te dimos las bendiciones; de ti depende
valorarlas y disfrutarlas.
- Pedí que me evitaran tanto dolor y sufrimiento.
Y me respondieron:
- En tus propias manos está la posibilidad de
apretar o de soltar. El dolor te induce a mirar no
con los ojos de tu mente y tus apegos, sino con
los del alma que sabe nada debes hacer para
merecer lo que tienes.
Pedí que me ayudaran a crecer.
Y me respondieron:
- Tú mismo podrás decidir día a día si creces.
La vida misma podará tus ramas para que tus
frutos sean dulces y abundantes.
Pedí tener la posibilidad de disfrutar
lo que yo quisiera.
Y me respondieron:
- Ama y agradece lo que tienes y así abrirás tu
corazón a encontrar lo que tú quieres.
Pedí que me ayudaras a amar a los demás como
tú me amas.
Y me respondieron:
- No esperes que sean como tú quieres, mejor
reconoce en ellos a tu propio espejo."
Te invito a que tu día sea un canto
de gratitud y de alegría a que disfrutes los
presentes que los cielos han enviado para ti.
de la red.