Querer y Amar
Querer y amar son dos conceptos diferentes.
El primero se aplica más fácil
habitualmente que el segundo.
Querer lo asociamos a desear algo,
generalmente con un propósito determinado.
Puedo querer a una persona para que me acompañe,
me haga sentir bien,
me apoye o para que haga lo que yo quiera.
Incluso puedo querer a un hijo
para que me cuide en mi vejez.
Hay siempre una intencionalidad específica
en el querer, más o menos altruista, más o menos ética.
El querer conduce al sufrimiento
pues se desea algo de otra persona,
justificadamente o no.
Y como ésta es diferente a mí,
es imposible que piense,
sienta y actúe exactamente igual a mí.
De modo que cualquier expectativa que tenga
con ella está condenada a la frustración,
pues nunca se comportará exactamente
como me gustaría o placería.
Amar en cambio es aceptar al otro tal como es,
con sus virtudes y sus defectos.
Amar es desear lo mejor para el prójimo,
aún cuando no me guste su manera de ser,
aún cuando no me acompañe,
no me haga sentir bien,
no me apoye o no me cuide en mi vejez.
Puedo estar en total desacuerdo con otra persona,
puedo no quererla, pero sí puedo amarla.
Mientras más ames en tu vida, más feliz y libre serás.
Mientras más quieras,
más frustración, dolor y prisión habrá en tu vida.