En principio y por principio, nunca nadie debe pronunciarse con cabeza caliente. Hacerlo induce al error.
Al sulfurado generalmente se le van las luces. De la rabieta mal manejada, así sea de breve duración,
quedan secuelas, y más cuando el cabreado no maneja sus riendas.
Pero en ocasiones es pertinente manifestarse cuando se nos sube un poquito la temperatura no vaya a ser
que nos enfriemos y terminemos no diciendo nada. Entonces, “ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre”.
Digamos que es preocupante que Iván Duque caiga definitivamente en la trampa de los aduladores
y dañinos consejeros y termine siendo, como parece comienza a suceder, un humilde arrogante.
Humilde –dicen algunos-, “se aplica a la persona que tiene la capacidad de restar importancia a los propios
logros y virtudes y de reconocer sus defectos y errores”. Arrogancia, “…producto de la compensación
que ocurre en el ego por tener una autoimagen inflada”. ¿Prepotente?
¿Jactancioso? “¡Virgen Santísima!”, como diría mi mamá.
“Hoy es un día casi equivalente a lo que fue la caída del Muro de Berlín”. Palabras de Duque en la frontera
con Venezuela (Cúcuta). Me hizo recordar el Antiguo Testamento, Josué, 6. “ 1/ Entretanto Jericó estaba
cerrada y bien pertrechada por temor de los hijos de Israel, y nadie osaba salir ni entrar. 2/ Mas el Señor
dijo a Josué: Mira: Yo he puesto en tus manos a Jericó y a su Rey y a todos sus valientes. 3/ Dad la vuelta a
la ciudad una vez al día todos los hombres de armas. Y haréis esto por espacio de seis días. 4/ Y al séptimo,
toman los sacerdotes siete trompetas de las que sirven para el Jubileo (¿Richard Branson y sus alegres
muchachos?), y vayan adelante del Arca del Testamento, y en esa forma daréis siete vueltas a la ciudad
tocando sus sacerdotes sus trompetas (la ciudad: puente internacional Simón Bolívar sobre el Río
Táchira y alrededores). 5/ Y cuando se oiga su sonido más continuado, y después más cortado e hiriente
vuestros oídos, todo el pueblo gritará a una con grandísima algazara, y caerán hasta los cimientos los muros
de la ciudad por todas partes, y cada uno entrará por la que tuviere delante”.
Algazara: “285 heridos en los disturbios en la frontera con Colombia y algunas fuentes hablan de 14
muertos en los límites con Brasil. Es el saldo de la jornada. Ese era el balance trágico el sábado
23 de febrero en las horas de la noche… (…). Lo que vimos en televisión es violencia, incendios, heridos
y muertos en la frontera” (León Valencia, Pares, Fundación Paz & Reconciliación, domingo 24-2-2019).
Esto porque Josué no estuvo presente y porque de Almagro a Jehová hay una gran diferencia y una enorme distancia.
Para que haya total claridad con mis lectores así sean pocos: no conocí a Chávez. Tampoco conozco a Maduro.
Nunca me he dejado conmover por sus figuras. Igual, no me dejo impresionar de nadie. Soy independiente.
Mi compromiso es con Colombia, con la paz, con la justicia social y con el sentido común que es el que mejor orienta.
Y como ya estoy grandecito me atrevo a señalar algunas cosas. Por ejemplo, que “un animal puede tener cien pies pero no dos cabezas”.
Y como ya estoy grandecito me atrevo a señalar algunas cosas.
Por ejemplo, que “un animal puede tener cien pies pero no dos cabezas”.
Afirmo lo anterior porque soy un individuo siempre a la intemperie; el “afuera” es mi hogar, estado en
el que se recoge la sabia voz del pueblo. Por eso tengo presente el rumor (llamado desde el tiempo
del ruido “periodismo oral”), que se escucha en las calles, carreras y avenidas de las ciudades, en sus
tiendas y mentideros; en los pueblos y campos, de donde sale el cuento de que estamos en manos
de varios presidentes. El elegido, doctor Duque, un senador y “Make America great again”;
y de que hay dos ministros del Interior: la titular de la cartera y un senador; tres ministros de
Relaciones Exteriores: el titular de la cartera y dos senadores. Uno colombiano y otro americano;
tres ministros de Defensa: el que funge de titular, un senador colombiano
y “Make America great again”. Y los cuentos siguen.
No se convoca a los partidos, ni a las fuerzas vivas de la nación,
ni se llama a Palacio a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores
Pero por favor, así no se puede. Por esa cantada realidad es que se desconocen los protocolos suscritos
entre Estados; y no se averigua primero qué es eso del derecho a la injerencia y como
se rige; y se burla el derecho internacional público y el DIH; y se nos amenaza con una posible
intervención armada de la cual seríamos parte pero de la que nada se nos informa; y no se cumplen
compromisos adquiridos en acuerdos de paz; y se quiere hacer “trizas” la JEP; y en riesgo de que el país
sea zarandeado por circunstancias propias de la gravísima coyuntura, no se llama a la unidad nacional.
No se convoca a los partidos, ni a las fuerzas vivas de la nación sean ellas de la producción o del trabajo,
o del campo o de la ciudad, o de género, o de otras manifestaciones propias de la realidad social
de nuestro tiempo. Ni a la Conferencia Episcopal, ni a las cabezas de otros credos. Ni se llama a Palacio
a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores. Que no se crea que al ignorarlo todo la solución se
reduce a aumentar el PIB así sea a tramacazos, o a hacer aprobar a empujones un Plan Nacional de
Desarrollo lleno de parches y vacios. Es que ni siquiera se vislumbran coaliciones alrededor de intereses
comunes, porque en el caos los que medran son los necesitados del poder para hacer de las suyas.
Pero así y todo, por conocer la estirpe de Duque, hago fuerza y mucha fuerza porque comprenda que
lo que le corresponde ya mismo, lo que esperamos de él, es que asuma la Jefatura Única del Estado,
sin temores, sin importarle que los aprovechadores y trepadores de profesión le pelen los dientes.
Sacudirse le viene bien. Sin consideración de quien o de que. Encontraría más fácilmente el norte
perdido para trazarle el rumbo correcto a la nación; hasta sus más acérrimos contradictores lo cargarían en hombros.
Y téngase presente:
“No se le sirve al amigo sino cuando se le dice la verdad y se le aconseja el bien”.
¿Frase de Bolívar?
Eso dicen.
No lo sé, pero tampoco me importa.
Para la ocasión es bien buena.