No habrá este viernes una nueva investigación por parte de este periodista.
Son tiempos de Pascua y uno entiende que debe postergar
sus habituales artículos en pos de permitir la reflexión
ciudadana que en estas fechas debe hacerse.
No soy ciertamente lo que se dice un "creyente", hace
muchos años que dejé de creer en la liturgia y la religión.
Sin embargo, no dejo de asombrarme cada año por la "calidad"
de la fe de algunas personas que conozco y que realmente no toman
estas fechas como lo que son, sino como una nueva excusa de descanso semanal.
Mucha gente aprovecha estos días para hacer unas pequeñas vacaciones
y olvida lo que realmente debería recordar: la pasión de Cristo.
Muchas veces se trata de la misma gente que nos da luego lecciones
de moralidad y suele arrogarse una autoridad inexistente,
supuestamente dada por el hecho de ir cada tanto a misa.
He visto innumerable cantidad de veces ceder a las tentaciones más diversas
a algunas de las personas más creyentes que conozco. Muchas veces
frente a una infracción de tránsito y la consecuente "coima" al policía de turno,
otras tantas guardándose un vuelto de dinero que le ha sido dado de más
y otras veces haciéndose los distraídos frente a la necesidad ajena.
Lamentablemente, algunos de esos seres humanos son de mi
trato cotidiano, ya sea a nivel laboral, ya sea a nivel personal.
Son personas que suelen hablar de ética y valores paradas desde un
"pedestal" que cuesta observar con claridad.
Es gente que despotrica contra los políticos y otros especímenes,
pero casi no se diferencia de ellos, sólo se maneja a otro nivel.
No entienden que es lo mismo pagar una gran coima que una pequeña,
no aceptan que sólo son diferencias cuantitativas, no cualitativas.
Prefiero no festejar estas pascuas, pero tampoco ser hipócrita.
No creo en la liturgia, pero trataré de reflexionar en estas fechas para
intentar ser una mejor persona a futuro.
A aquellos que sí son creyentes los invito a volver a encontrarse con su fe y
rememorar la pasión de Jesús. Eso los ayudará a encontrar ese rincón del espíritu que los
llevará a ser mejores "cristianos".
De eso se trata la cosa, de volver a las raíces de nuestra propia espiritualidad.
De volver a abrirnos a los demás de manera solidaria y desinteresada.
No es poco...
Christian Sanz