VERTIENTES
Palabras que atraen como imanes, al deshabitado peñasco donde inmutable espera encendida la duda. Se extinguen las voces, se esfuman lentamente, en los labios con premura. Ya nada podrá evitar, que los frutos anhelados caigan antes de la madurez. Ceguera y razón, dos enemigos en el combate, donde emergen como brotes los dones del amor. Vida y repetición. Nevisca y paisaje, dos corolarios de un mundo que empezó en los ojos del ser siendo agua clara , y termino como terminan los restos, aferrados a la arenas olvidados y oxidados, escondiendo las raíces deshilachadas y latentes, esperando la marea y un fulgor místico en las nacientes del día.
CARLOS HORACIO BRID |