Miradas que aterran
En las tinieblas,
profundas tinieblas en sopor
se distinguen miradas penetrantes,
Brillan extasiadas,
disfrutan de su tortura,
se nutren de los fríos quejidos.
Imágenes desconocidas se aproximan a la piel ardiente,
sudorosa.
Olfatean con cuidado los olores del dolor,
Manos de dedos finos se posan sobre la frente,
Responden los ángeles defensores,
Ángeles encargados del jardín de las almas sufridas.
En su letargo, adormecida, pide consuelo a sus hadas,
Un festín de amores se aproxima ruidoso,
Y todo se torna de un dorado desconocido,
Dorado que se cuela por las heridas abiertas,
Se percibe el consuelo ofrecido,
Y los espíritus del amor entregan el tesoro esperado.
Pronto llegará la luz del sol
Y esas malditas miradas se desvanecerán.
Carmen Amaralis Vega Olivencia