Del Fango y el azul
Cómo compagino este apego al fango
con este anhelo por el nítido azul .
Me complace jugar con las manos cubiertas de barro,
que se manchen mis sábanas blancas.
Algún día las limpiaré.
Tal vez, cuando no tenga tanta prisa
por llegar a ninguna parte.
Me gusta la ruta a Sodoma.
Allí me divierto en cantinas rebosantes de pasiones,
con el delirio en la oscuridad del tiempo.
Me detengo a contemplar la mesa puesta para el festín,
se llena mi copa con el elixir que embriaga la conciencia.
No me interesan los ecos sarcásticos,
en ocasiones paso de largo con indiferencia ante el dolor.
La llaga ajena es ajena, no duele.
No deseo me muestren todavía los siglos de los siglos.
Son siglos, me espera el amanecer en otra vida.
Pero el azul celestial llama fuerte, grita.
Grita la suavidad del pétalo fragante,
grita la belleza escondida en los cofres,
llaman voces tiernas con la brisa de sus alas.
Cuelgan del tejado tres cruces,
Y una gota de sangre en mi costado me reclama.
Cómo compagino el agarre del lodo
si también se arraiga el azul,
infinito azul que llama
alertando la esencia de mi ser.
Carmen Amaralis Vega Olivencia