Esta antigua práctica política está tan arraigada
en la mentalidad colombiana que será difícil de erradicar
El clientelismo es un sistema de protección y amparo con que los partidos patrocinan
a quienes se acogen a ellos a cambio de su sumisión y servicios. Hay que venderle
el alma al diablo si se quiere conseguir un empleo en este país y, el ejercicio de la
politiquería parece ser una buena fuente de empleo. Por eso hoy muchos individuos
se lanzan a crear microempresas políticas y venden la idea de que con su elección
las cosas van a cambiar y sus asesores de imagen lo venden como un hombre
transparente, abanderado de la anticorrupción, y se autodenominan como una
nueva opción política y se dicen independientes, cuando en realidad provienen
de los viejos partidos políticos tradicionales. Se avergüenzan de sus orígenes
y ese es un rasgo de la personalidad que fomenta el arribismo político.
La política regional es un fiel reflejo de la política nacional en donde cada político
funda su feudo y tiene su clientela que es la que lo lleva al poder.
Los políticos viven de sus clientelas porque la política es solo un negocio
más del libre mercado, viven de la miseria y de la necesidad ajena, sin ella no habría
quienes votarían por ellos y no estarían en el poder donde simulan representar a la sociedad.
Las excepciones a estas prácticas políticas son visibles en
el país pero también son visibles los políticos y sus clientelas.
Clientes y proxenetas
El proxenetismo político es una antigua práctica del ejercicio de la política en Colombia;
dícese del individuo que induce mediante engaños a la prostitución política.
El proxeneta político obtiene beneficios a cambio de la prostitución política de otros.
El ejercicio de la política ya ha alcanzado los mismos niveles de la prostitución,
que es vender por dinero su cuerpo. En el ejercicio de la política se vende la
conciencia por dinero, porque es inconcebible votar sin recibir nada a cambio,
y al vender la conciencia, se ejerce también la prostitución, en tanto que el cuerpo
y la conciencia son lo más inalienable de un individuo. En el proxenetismo político
la lucha por el poder es para obtener más poder y robar los fondos del Estado,
traficar influencias y corromper las instituciones. La democracia está sostenida
con estas prácticas culturales y políticas, que son prácticas premodernas y licenciosas,
y mientras estás no cambien, el ejercicio de la política en Colombia seguirá siendo
de clientes y proxenetas. Por otra parte, se prostituye la conciencia de los individuos
cuando se ve obligado por la necesidad o la intimidación a votar por determinado candidato,
su libertad se enajena y el derecho a negarse pierde su sentido democrático
porque la abstención también es una forma de la democracia que debería
reivindicarse y tener sus efectos en la sociedad.
Fuente de las 2Orillas