Una noche al año, niños y adultos se visten con sus galas más terroríficas
-o no tanto- para conmemorar la Noche de las Brujas.
Mientras los hombres suelen disfrazarse de estereotipos del género
de terror, las mujeres tienden a calzarse versiones hipersexualizadas
de enfermeras, niñeras o policías pero... ¿qué dice nuestro disfraz
sobre nuestra personalidad?
En Halloween a nadie le preocupa ser juzgado, por lo que tendemos
a liberarnos de ciertos tabúes gracias a nuestro traje y
a nuestra máscara o maquillaje. Este sentimiento de confianza
para encarnar un nuevo personaje o una nueva identidad
más osada es similar a lo que reveló un estudio de 2015
llevado a cabo por el Hanover College (EE.UU.) acerca del peso
del maquillaje en las mujeres. Todas ellas afirmaron sentirse
más seguras de sí mismas cuando iban maquilladas “
para salir” con amigos que si aparecían maquillada
s de forma casi natural como un día normal.
Así pues, “disfrazarse y adoptar una personalidad diferente es una excelente
forma para que la gente trabaje a través de comportamientos y sentimientos
con los que no se siente particularmente cómoda”, afirma
April Masini, experta en relaciones y etiqueta.
La investigadora de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido) Karen Pine,
afirma que la ropa puede acrecentar o disminuir nuestros procesos mentales
y nuestras percepciones, teniendo consecuencias cognitivas,
sociales y emocionales según lo que vistamos.
Sarah Romero