Era demasiado tentador: dos personas son mordidas por murciélagos
portadores del virus de la rabia en Valladolid y Zamora.
Una combinación infalible para que se desatase la alarma social,
tras publicarse la noticia la semana pasada, con estos feos pero
necesarios mamíferos en el centro de la diana.
Lo que les faltaba a nuestros pobres vampiros,
que nos libran de insectos (y por lo tanto, de plagas y enfermedades),
pese a lo cual los tratamos tan mal que algunos
están al borde de la extinción.
Todas las especies están protegidas pero no son bichos tan
mediáticos como un lince o un oso pardo.
Pese a su mala fama, su presencia es imprescindible,
en la naturaleza y en nuestros espacios urbanos.
No demonicemos a los quirópteros, reclama
la Asociación Española para la Conservación y el Estudio de los
Murciélagos (SECEMU), que ha emitido un comunicado en el que aclara los
riesgos de transmisión de la rabia por la fauna silvestre y
recuerda que estas mordeduras son excepcionales y seguramente
producidas por una manipulación imprudente de estos animales,
inofensivos si no los atrapamos para molestarlos.
Los murciélagos no revolotean aviesamente en
busca de víctimas humanas.
Eso solo ocurre en las películas.
Miguel Angel Ruiz
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