El Abrazo de Dios
Una abuela cuenta que cierto dia su hija la llamó por teléfono del hospital. Su nieta, Robin,de apenas seis años, se había caído de un juego en el patio de la escuela y se había lastimado mucho en la boca.
La abuela fue a buscar a los hermanos de Robin a la escuela y paso una tarde preocupada y muy tensa, cuidando de los niños, mientras esperaba que la hija volviera con la niña lastimada.
Cuando finalmente llegaron, los hermanos menores de Robin corrieron hacia los brazos de la madre.
Robin entro silenciosa en la casa y se fue a sentar en el gran sillón del living.
El médico había suturado la boca de la niña con ocho puntos internos y seis externos.El rostro estaba hinchado.
La niñita parecía frágil y desamparada. La abuela se acerco a ella con sumo cuidado. Conocía a la nieta, siempre tímida y reservada.
“Quieres algo en especial, mi amorcito?”, pregunto.
Los ojos de la niña miraban a la abuela firmemente y ella respondió:
“quiero un abrazo.”
La similitud de la niñita lastimada, muchas veces deseamos que alguien nos tome en sus brazos y nos acune, de forma protectora.
Cuando el corazón está apenado por la injusticia, cuando el alma está llena de curitas para disfrazar las lesiones afectivas, nos gustaría que alguien nos consuele Cuando disponemos de amores cerquita es natural que los busquemos y pidamos.
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