Me tocó vivir cosas que nunca quise vivir. Me tocó ver cosas que
no quise ver y escuchar cosas que nunca quise oír.
Me tocó ser fuerte cuando no podía más,
y sonreír cuando era lo último que me apetecía.
Me tocó vivir con decepciones y aprender a superar cada
piedra en el camino. Me tocó darme cuenta de que no se le puede
llamar amigo a cualquiera y que no todo el mundo es
como parece.
Me tocó plantarle cara a todo lo que venía.
Me tocó pasar por situaciones complicadas, por esos momentos de
“tierra trágame” y por esos de pensar que nunca vas a salir de ahí.
Me tocó contar kilómetros y tirar besos a través de una pantalla.
Me tocó dar lo mejor de mí para poder llegar a
donde quería llegar. Me tocó cruzarme con personas que no
valían la pena y que no me valoraban lo suficiente.
Me tocó ponerle coraje a todo lo que hacía y demostrar
de lo que soy capaz y lo que merezco.
Me tocó pintarme los labios de rojo para superar un lunes
cualquiera. Y levantarme con el pie derecho cuando
quería continuar bien la semana.
Me tocó quererme, mucho, especialmente cuando
nadie lo podía hacer por mí. Me tocó ser feliz
a pesar de todo. Y llorar cuando era la mejor manera
de desahogarme.
Me tocó aprender de cada una de las cosas que viví.
a.d.