Todos somos el secreto de alguien, todos deambulamos en pensamientos ajenos,
somos protagonistas de sueños que ni siquiera imaginamos. Todos hemos creído cuando nos mentían y hemos descreído verdades como
catedrales. Todos hemos llorado aferrados a la almohada y hemos sonreído al leer un mensaje. Todos hemos hecho locuras que juramos que jamás haríamos, y hemos permanecido
cuerdos cuando deberíamos haber enloquecido. Todos aprendimos a volar cuando ni siquiera sabíamos que teníamos alas, y hemos
sentido las alas sin atrevernos a volar. Todos hemos perdido el corazón, sin entender el motivo y la razón, y lo hemos
recuperado sin saber ni como lo logramos. Todos tenemos un secreto inconfesable, y sabemos de un pecado por el que con
gusto arderíamos en el infierno de esta vida. Todos hemos ido más allá de lo prudente y hemos vuelto todos rotos, todos nos
hemos cosido y descocido, nos hemos pinchados y emparchados, nos hemos
destruido y reconstruido hasta perder la cuenta. Todos hemos tocado el cielo en un momento aunque nos hayan bajado después
de un hondazo, pero que importa si conocimos la dicha de llegar al paraíso aunque
después nos hayan expulsado, siempre llevaremos el sabor de la gloria en la boca. Todos hemos sentido en algún momento celos, que nos han mordido como abejas
africanas, hemos sentido escorpiones en el estómago, todos los hemos causado,
todos tememos perder lo que amamos, sin importar lo libre que seamos, el temor
de que termine el amor que provocamos, nos inquieta. Todos hemos pisado en falso, nadie aprende a caminar sin caerse antes,
todos buscamos lo que pocos encuentran. Todos hemos imaginado conversaciones que nunca se llevarán a cabo,
y hemos dicho cosas que nunca imaginamos. Todos andamos deambulando, como viajeros errantes en los pensamientos de
alguien.
Yo los tengo en mis pensamientos aunque ya no son tan errantes, y siempre hay
alguno que hace un tiempo que pasea a su antojo.
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