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Prólogo
No presentamos un personaje vulgar o definitivo. Como ocurre con el hombre actual, en una sociedad en constante evolución; estamos ante una figura en plena superación. Un artista que piensa y se expresa en poeta. Procede del pueblo y sus andanzas, pasando por la explotación, comienzan en las catacumbas. Los héroes de entonces: Mahoma, Cristo y “El Ché”, pudieron darle la primera teta de la lucha: honradez y sabiduría. No comulgar con los mercenarios que hoy tanto abundan, es prioridad de José Salguero Duarte. Siempre, captó con claridad, los cambios que nuestro mundo social demanda. Acaricia con sensibilidad el arma de la honradez. Y ha de templar la espada de la valentía dialéctica. Como ser humano, después de algunos avatares, ha encontrado en María Teresa, el insondable e insuperable sabor de la comprensión. Sumiso al rumor de la ternura, aprendió en pocos años la verdadera evolución de las experiencias, entendiendo que este regalo ha de extenderlo a su entorno. Su poesía nace por tanto de forma natural con su propia lírica y cadencia. Poemas que se van desgranando entre la pasión y entrega de sus sentimientos, algunas veces hasta primitivos. La tragedia y el triunfo son los manantiales que bravamente enseña de la épica experiencia de su generación. Salguero Duarte, describe un amor que le brota de la misma sangre con un lirismo propio, e influenciado por la filosofía de Rafael Alberti, y bajo la bandera de la libertad. Creo Pepe que, como siempre, este libro tendrá buena acogida de ese público y amigos que te esperan con expectación. Y por mi parte, a pesar de la amistad y respeto que compartimos, he procurado ser objetivo. Sobre todo, mi deseo es, que no cejes en tu afán de superación y búsqueda de nuevos objetivos, con el único fin de ser cada vez mejor ser humano. Emilio Herrera Suárez Humanista y polifacético artista
María Teresa: A lo largo de los días, no dejo de pensar en el aroma, de los pétalos de mi rosa.
Brisa con corazón de almíbar Tengo los poros cerrados, pero cuando te diviso en el horizonte, los abro para que pases al interior de mis naves, el ser brisa con corazón de almíbar, y candil que con tu esencia y aroma me alumbras.
Entre luces A la caída de la tarde, es posible que aparezca una música envidiosa, para quitarle protagonismo, a las notas de nuestro himno, a pesar de que se encuentran hilvanadas, con hilo de seda y plata.
Cordillera Cordillera de luces sin mares, lámparas de piedras sin rocas, ramajes sin volcanes celestes, maleza sin cantos en mis hojas.
Vías paralelas Al ser tú y yo vías de tren, unidas por los sentimientos. Viajaremos hasta fundirlas, para juntarnos en la tierra, como lo hacen en la mar, los delfines y las sirenas.
Bálsamo Soy bálsamo de la mar, donde reposan tus ascuas. Y cuando las enciende mi ardor, no es mi corazón el que habla, sino las sensaciones de felicidad, que me abrasan.
Ausencia Cuando estás ausente, sufro en silencio, en lo oscuro de las noches, el frío helado de la soledad, en que me dejas. No compartiendo más alcobas, con enaguas ajenas, al ser las ondas de tu luz, las que me sacian en la sombra.
El vagón Tu tren tiene vagones, unidos por nuestros lazos. En el que no caben sábanas, ni almohadas foráneas. Pero si, nuestra felicidad eterna.
Sombras No tuve sombras ni las tengo ahora. Tan sólo me interesa, que aniden las mariposas, hasta llegar al corazón. Para que broten rociadas, e inunden las mojadas aguas.
La luna y el sol La luna es luz, y el fuego sol. Tú luna y yo sol, yo luna y tú sol.
Hojas Una vez despojada de las hojas que cubren tu manto. He plasmado en versos, a través de pinceladas. El esplendoroso edén, en el que te encuentras.
Torrentes y cascadas Cuando el frío ondulado, provoca que el vaho, se adhiera a los cristales, hasta que el fuego lo derrita, formando torrentes y cascadas. Tus ojos y los míos, y mis manos en las tuyas, sonando de fondo el chisporrotear, de nuestros troncos de leña.
No deseaba No deseaba una mujer, para una aventura, sin obligaciones, sin ataduras, sin derechos y sin posesiones. Pero si una mujer, con honestidad y sentimientos. Habiéndomelo dado, tu libertad y tu néctar.
Caducidad Cuando el sexo se marcha, surge el amor, al marcar la caducidad, el contenido de la materia. Siendo más importante, una caricia, que el verdor de los prados.
Resurrección Cuando pienso en mi rosal, lo hago con tal intensidad, que tiembla el firmamento, al resucitar su savia. Y cuando alcanzo la orilla, me resbalan lágrimas, secándome sus sábanas.
Amor Para no envejecer, es necesario tener ilusiones. Y si los sentimientos, apagan los rescoldos. Reavivaremos las hogueras desde cierta distancia, porque si estuviéramos cerca, nos quemaríamos, sin querer hacerlo. Debiendo permanecer, receptiva para recibir, los quejidos de mis nardos. Y si te llegan, es porque tu corazón desea, que discurramos, por la misma senda.
¡Qué lástima! ¡Qué lástima!, no haberte encontrado antes, cuando paseabas descalza, por los azules mares del Estrecho, sin el caudal de tus ramas. Pero ahora que me tienes cerca, quiero que te sientas en la gloria, convirtiéndose las horas en ráfagas, y los días en guiños. ¡Qué lástima!, los años transcurridos, lejos el uno del otro. ¡Qué lastima!
Aura Nunca busqué la belleza externa, y cuando hallé la interior tuya, me cautivó tu fragancia. Convirtiéndome, desde ese instante, en universo para tu aura.
Envoltura La envoltura, amor, es lo que prevalece en los demás. Siendo plausible que reaccionen, porque sólo con el precinto, no se echan raíces.
La isla En una isla, en cualquier isla, en nuestra isla. Tú y yo aislados, sin importarnos, el pasado, el presente, y el futuro. Tú y yo, --siempre--, en una isla. En nuestra isla.
Encuentro Me encontraba, totalmente reflejado, en la ingravidez de los pétalos, del poema que creaba. Cuando, inesperadamente, te presentaste ante mí. Quedándome difuminado, al contemplar de nuevo, tu sombra en mi andamio. Rogándote, que no te callaras, y que dijeras lo que quisieras, arrojando palabras, fuertes y claras.
Locura de amor Al ser besos ansiados, aflorando nuestra mejor locura de amor. Vivo la sensación a tu lado, de que me queman tus labios, achicharrándose los míos. Y es por lo que hay días, que quiero ración doble. Porque me transportas al edén, en el que te hayas reinando.
Caminé Caminé hacia ti con las manos abiertas, sin esconder nada. Cuando nos cruzamos de nuevo, al divisarte entre las amapolas. Sonando el himno de la alegría, por los raíles del pentagrama. Manando de nuestro volar, notas blancas, negras y semicorcheas.
Aleteo Eco aleteo de tus pisadas, mirando hacia el infinito, vestidas con telas de lino, y jazmines en los cabellos.
Provocando tu azahar, que se aviven mis versos, embarazándote mis poemas.
Álamos Me dilata tanto tu música, hasta el punto de convertirme, en espía ciego de tus lirios. Y al no ser de aliento ajeno, --si probaste mi dulzor--, jamás otra a la vez que tú. Al ser el paraíso de mis fuegos, que hace sonar mis álamos.
Manantial de tus días Deseo ser, manantial de tus días. Y quiero que bebas, las aguas de mis palabras. Al manar cayendo, no de fuera, sino de dentro. Y cuando te sacies, manifiéstalo como quieras, al sentir el aguijón de almíbar, hasta convertirte en colmenas.
Te siento Cuando me balanceas, con tu música callada, sueño y muero porque te siento. Permaneciendo desnuda entre luces, brotando como cascadas, en mis pensamientos.
Llegó la primavera Superadas las tormentas de verano, los fríos de invierno, y los nubarrones de otoño. Llegó por fin la primavera, a pesar de que busqué mi sombra, cuando no había sol en la barca.
Huracán Derrama tu limón y miel, hasta que las gotas se mezclen, provocando huracanes. Para perdernos en la mar, huyendo de las malas hierbas.
No creas No creas que entré en tu vida, porque te consideré una mujer sin brillos. Sino, porque cuando me hablabas, me almidonó tanto lo que fluía, de los olivos de tus ramas. Siendo versos tus lágrimas, y poesías tus caricias. No caducándose nuestros sueños, al actualizarse a diario.
Por ella Al sentir la suave brisa, de los encajes de su sombra, caminando bajo la luz, descalzo entre sus ascuas. Pensé, tan profundamente en ella, al ser la batuta directriz, de los sonidos de mi música.
Autor JsalgueroD
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Los pétalos de mi rosa
Los pétalos de mi rosa A lo largo de los días, no dejo de pensar en el aroma, de los pétalos de mi rosa. Y a veces intuyo, que estoy a punto de enloquecer, de tanto imaginar, los arrumacos de sus besos.
Me duele tanto Me duele tanto no decirte adiós cuando me marcho. Porque se huye de lo malo y nunca jamás de lo bueno. Buscándote incansablemente, cada vez que te ausentas, haciendo temblar a la tierra.
Letra pequeña Cuando me hablas, y permanezco ausente, --te irritas tanto--, que me dices con firmeza: *Despierta ante la llamada, de la luz de mis ojos, de la letra pequeña de mi voz, y de los quejidos de mi alma. Porque debes estar atento, guardián de mis sueños. Para no ser sancionado, por la flor de mis pétalos*.
Pautas Deseo sirena de mis mares, que marques las pautas, para caminar, cogido a tus enaguas. Si lo haces, no digas nada que no sientas, para que no se apaguen los rescoldos, de mi difuminada luz, que aún permanecen en ascuas.
Mezclar alientos
No podría mezclar alientos, en vaho extraño, de escarchas forasteras. Porque me daría punzadas la conciencia, al perderme en las tinieblas.
Pluma estilográfica Cuando me regalaste, la pluma estilográfica, con tinta roja en sus cepas. Escribí en las páginas de mi diario, las emociones brotadas, en la efervescencia de tus sábanas. Siendo el gemir, oro puro esmaltado, y no un falso dorado.
Tatuaje El poder, que tiene nuestra pasión, es profundo. Y al palparlo deleitosamente, nos sentimos volar sin alas. Permaneciendo, eternamente, unidos.
Agua de lluvia Secretos de amores queridos, y pasiones fogosas vividas. Ya no sueño con el paraíso, al haberlo encontrado contigo. Voz con rostro del pasado, que avalan los ecos labrados. Estrella de noches blancas, que con su luz me guían sin trabas. Agua fina de lluvia, que a borbotones me sacia.
Eres Eres los brazos de mis noches, y la alborada de mis días. Nieve derretida en mi alcoba, enjambre de mis azucenas. Flor de miradas hermosas, tallo sin espinas en tus versos. Libro sin letra pequeña, lapicero de bellos recuerdos. Tintero rebosando afecto, y papel vestido de blanco.
Violetas y nardos ¡Quién!, es el hombre, que conseguirá anidar, en la hermosura de tus fuegos. Muralla infranqueable, oasis de flor turquesa, y albercas encharcadas. ¡Quién!, es el hombre, que fertilizará tus surcos, edén de sonrisas y lágrimas. Orgullo de lo sublimen, locura esplendorosa en sueños, y perfumen de violetas y nardos. ¡Quién!, es el hombre, ¡quién!
Gajos de espigas Entre los gajos de las espigas, las alas de los pétalos de mi rosa, cubiertas de encajes de seda. Fluyen como cascadas, sin derramar grano alguno en la arena mojada.
Mar, fuego y viento Perla de diamantes, rubí de largos turbantes. Diadema de bosques salados, cejas de cutis dorados. Mujer con ventanales abiertos, que al caminar suspiros despierta. Pradera con sus azucenas, calándome su mar, su fuego y sus vientos.
Jazmines y lirios Perfumen de jazmines y lirios, gloria de alhelíes y sándalos. Fragancia de hierbabuena y albahaca, incienso de almizcles y nardos. Vergel de hiedras y geranios, ramaje hilvanado sus tallos. Firmamento nuestro creado, donde tú y yo, nos amamos.
Astillas No fue un verso, ni tampoco un poema. Sino las astillas vanidosas, de malignos comentarios. Las que te insinuaron, nada más surcar los ríos. Que no remaras a mi lado, al ser alfileres opuestos. Pero al hacer caso omiso, elevándote con vientos locos. Conseguiste ver la realidad, porque ellas cuando hablan queman. Agua transparente que apaga, maldades y malicias. Testigo mudo de nuestra fortuna, maldita sea la envidia.
Me enseñaste Me enseñaste a ser, a estar y a caminar. Me enseñaste la honradez y la bondad. Me enseñaste a querer, a sentir y a pensar. Me enseñaste la lealtad y la dignidad. Me enseñaste a amar, y me enseñaste a llorar.
Huellas A pesar de que fuego a fuego, tus huellas se reflejan, en mis cuatro estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. ¡A qué saben tus besos!, si lo busco y no lo encuentro, en la Mezquita de Córdoba, en la Giralda de Sevilla, en la Alhambra de Granada, en la Plaza de la Inmaculada de La Línea, y en el Patio del Coral de Algeciras. ¡A qué saben tus besos! Si lo busco, y no lo encuentro.
Almohada Rocío de lunas claras, y bosques de aguas bravas. Paz que en la alcoba queda, al despertar en mi almohada, los brazos de sus palabras.
Flor de mi canela Al florecer sin lágrimas, la flor de mi canela. Hace brotar el néctar, que encadenado tiene, suspirando entre rejas.
Desnuda Desnuda tengo el alma, vestida está la gloria. Riachuelos y veredas, guiándome, hasta sus entrañas.
Blanca paloma Tengo encendidas las rocas, los lirios iluminados. Y las alas de su blanca paloma, me hacen estar embrujado.
Arco iris Aunque esté flotando en el arco iris, de tus altos vuelos. Tengo los pies en la tierra, para aromatizar juntos, la respiración y el aliento, los proyectos y los sueños. Y cuando estén tallados, se convertirán en diamantes, al ser la sirena de mis oleajes, y yo el príncipe de tus mares.
Tú y yo Al ser tú y yo, un todo en uno, grabado a sangre y fuego. Siempre estaremos ahí, sin poder ser borrados.
Volcán derretido en lavas Cuando provocas que me desborde. Me envuelves en espumas de arenas movedizas, con tal intensidad. Haciendo que brote en mí, un volcán derretido en lavas, quemando tus baladas. Deseando, seas buen arroyo, para mis diluvios. Porque el agua desbordada, debe discurrir por donde, la naturaleza le indica.
Lágrimas Que la sal de mis lágrimas, se solidifiquen, para el resto de mis días. Y queden prisioneras, como piedra pómez dulcificada. Siendo preñadas por tus frecuencias, que saben mucho de amor y nada de turbulencias.
A tu lado A tu lado, al ser eco de mis pasos. El lago cubierto de hielo, remonta su temperatura, hasta convertirse en fuego. Y una vez desaparecida la cal, desenrosco las compuertas.
Hoy amor Hoy. Amor, al brillar más que el sol. Me has hecho ver, tu caudal humano, cuando me has preguntado, ¿por qué lloro?
Un deseo Pide un deseo, que se cumplirá. Lo mismo que sucedió, en ese minuto especial, que hizo, que permanezcamos juntos, sin que trecho alguno nos distancie.
Complementos Si ha anidado en nosotros, la savia de la felicidad, con su alianza en las alas, y un ramito de romero en el pico Es porque somos complementos directos, indirectos y circunstanciales.
Aire Sentir que abarca las distancias, aunque la nuestra se recorre sin dar un paso. De lo contrario, caminaremos sin progresar, al traspasar entre ambos el aire.
Mariposa Bajo el azul de los cielos, y el albero de la tierra. Me encuentro en los surcos, de los tallos de mi rosa, abonándolos con mis manos.
Gota a gota Sueño tumbado entre chopos, a orillas de un atardecer sonoro Con tu rocío sin voces, que gota a gota me baña. Subiéndote a los altares mis besos. Y yo en tus gemidos, a la gloria.
Sólo Sólo la lluvia que desprendas, anegará mi alma, que permanece varada, en los mástiles de tu barca. Y cuando el huracán nos alcance, palpitarán nuestros sauces.
Brasa de leña Brasa de leña, que con su incandescencia tuesta, el vino amargo de las tascas, las aguas estancadas de las charcas y las espigas de los trigales de tu belleza.
Pólvora mojada Cuando desbordada me dices, que soy la miel que necesitas. Arden mis escarchas, con la pólvora mojada, de tus lágrimas.
Tu pasado No me importa tu pasado, no me preocupa tu futuro. Tan sólo me interesan, los instantes sin respiración, en los ratos que compartimos, escuchando el latir, de la jaula de tus grillos.
Cuando te cruzaste Cuando te cruzaste conmigo, en la primavera de aquella tarde. Se me cristalizaron las huellas, al sortear la alambrada de espinos, para alcanzar el brío de tu castillo. Convirtiéndote desde entonces, en la luz de mis versos, y en las ascuas de mis poemas.
Con un… Con un sólo signo, con un sólo gesto, o con una sola voz, me lo dices todo. Y yo te respondo. Te quiero.
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