Un amor verdadero es un amor que asciende
a otro cenit bonito porque todo comprende,
y descubre la forma de que nunca decaiga
lo que indica algo grato y en el alma se arraiga.
Sin perder ese norte de que dos son la marcha
de una magia que sabe florecer en la escarcha,
porque siente por dentro la razón y el motivo
de querer hasta el llanto para ser objetivo.
En lo alto, en lo bajo, en lo dulce, en lo amargo
en el día, en la noche, en lo corto o en lo largo.
Y es que ha nada le teme al seguir adelante
entendiendo sin cambios donde está lo importante,
donde ajeno de sombras se prosigue un trayecto
y se escuchan las voces con un nuevo dialecto,
que le muestra una cumbre, que le indica una huella
una aurora, una espiga, un arrullo, una estrella.
El amor verdadero si se va encuentra el modo
de existir en la ausencia pues no muere del todo.
queda un beso, un recuerdo para atar la memoria
en el polen de un sueño que no olvida la historia,
que de lejos respira, porque sigue pendiente
como un Lázaro eterno para andar nuevamente.
Ernesto Cárdenas.