El síndrome de los padres exigentes: el peligro de educar en la perfección
Existe una curiosa historia que nos puede ilustrar a la perfección esta idea: en Roma existe una tumba del año 94 a. C. que siempre llama la atención de los turistas.
En la lápida se puede leer lo siguiente: “Aquí yace Quintus Sulpicius Maximus, un joven romano que vivió apenas 11 años, cinco meses y 12 días. Falleció días después de participar en una competición de poesía para adultos”.
Se sabe que el pequeño Quintus tenía un talento especial. Era lo que a día de hoy calificaríamos como un niño con altas capacidades. Tanto era así que sus padres lo llevaban a todas las competiciones de poesía, literatura y arte de Roma para competir con adultos
Se dice, que el niño murió de un colapso por trabajar tanto y sufrir al no llegar a las altas expectativas que tenían sus padres sobre él. Esta historia suele servir a muchos pedagogos para acuñar el término “síndrome de los padres exigentes
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