Ser celoso y celar: en el amor, el otro no es una propiedad
amor
Los celos casi siempre son un motivo de conflicto en las parejas. Usualmente revelan baja autoestima, un nivel elevado y negativo de intento de posesión sobre el otro y, en general, hablan de nuestros miedos…
Esta actitud nos aleja del amor, porque el amor no es una “compra” personal, sino un acuerdo mutuo: no una adquisición, sino un proceso que implica pérdidas y ganancias. Es algo, ante todo, recíproco. Y en cuya esencia, debería prevalecer la equidad.
Puede pensarse que los celos implican algo de interés en la otra persona (algo así como un “afecto irracional”), pero en realidad no constituyen una forma sana de abordar el amor. Estos “juegos” o “caprichos” nunca terminan bien, porque parten de una instrumentalización del otro. No en vano, hablamos de personas y no de productos ni trofeos.
Además, siempre habrá mejores, mucho mejores, maneras de expresar el afecto por otra persona; los celos o el celar, representan una forma primitiva de apego y dependencia: una edad infantil en el universo de la personalidad.
Más aún, difícilmente nuestra pareja nos va a aguantar actitudes así, por un período prolongado y, muchísimo menos, por toda la vida. Son problemas verdaderamente estructurales de sí mismos, que redundan de manera sustancial en nuestras relaciones afectivas.
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