No dejes que entre en tu vida nadie que no esté dispuesto a volar
tan alto como tú. O, mejor dicho, a quien no esté dispuesto
a admirar tu vuelo. Que caminen, si quieren, pero
que nunca intenten frenarte
No lo olvides: no tienes que pedir perdón por nada.
Eres libre de tomar tus propias decisiones, de equivocarte
si hace falta. Y nadie, jamás, podrá decirte que estuvo mal
arriesgarte por muy dura que fuera la caída.
Si no saltas, no vuelas.
Y si no vuelas, no vives.
Es tu momento.
Es momento de ser feliz
Jorge Bucay