Diversos estudios han reconocido que la caza de brujas fue un fenómeno
básicamente político más que religioso o de otro tipo, y que
aparece ligado a un proceso de homogeneización cultural a su vez
vinculado a la expansión del poderdel estado.
No es accidental que la mayor parte de personas procesadas y
condenadas fueran mujeres.
La caza de brujas no fue simplemente una explosión de histeriacolectiva
que buscó un chivo expiatorio en las brujas – aunque naturalmente
las instancias de poderaprovecharon también ese aspecto para
desviar el descontento de la gente fuera de causas sociales que
podrían incitar a la revuelta, al tiempo que se deshacían de
elementos perturbadores-, sino una persecución consciente
promovida y dirigida contra las mujeres que, por su sabiduría,
por su independenciao simplemente por su inadecuacióndentro
de los límites impuestos para ellas, cuestionaban con sus vidas
el propio cuerposocial, un cuerposocial que, en palabras de
Mary Daly, representaba el cuerpomístico de Cristo,
fundamentalmente privilegiado y patriarcal, en un momento
en que se da un aumento del control de la “sabiduría”,
definiéndola dentro de los límites oficiales.