El cuerpo está diseñado para responder ante el miedo y lo hace
preparándose para una inminente agresión.
Ante el horror extremo, el organismo produce una reacción
de estrés agudo, que consiste en liberar grandes cantidades
de adrenalina para facilitar la huida o la lucha por si
fueran necesarias.
Este neurotransmisor acelera el ritmo del cardiaco,
dilata las pupilas e incrementa el flujo sanguíneo que riega los
músculos. Dichos cambios son totalmente normales,
pero en ocasiones aisladas, cuando la adrenalina se
produce en niveles demasiado altos, puede dañar el corazón.
Para aumentar la velocidad del latido, la hormona hace
que se abran los canales de calcio de las células.
Al recibir mayor cantidad de este elemento, cambia su
potencial eléctrico y provocan una fuerte contracción del
músculo cardíaco.
Si continúan recibiendo elevadas concentraciones de calcio,
los músculos no tienen tiempo de relajarse y la persona
puede sufrir un tipo de arritmia llamada fibrilación ventricula
r debido al ritmo cardíaco rápido y caótico.
Además, la presión sanguínea baja, y el riego no llega al cerebro,
con lo que el individuo perdería la consciencia.
Si no recibe asistencia médica, todas estas condiciones
podrían finalmente causarle la muerte.
CienciaXplora
|