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Diversos estudios ya lo han confirmado, la mayoría de los adultos experimentan ligeros cambios en el estado de ánimo, energía y sueño cuando se produce un cambio de estación. Aparece, por tanto, el llamado Trastorno Afectivo Estacional (de sus siglas en inglés, Seasonal Affective Disorder, SAD) cuando surgen variaciones en la luz y en el tiempo atmosférico.
A su vez, otras investigaciones han constatado una relación entre una menor luz solar y unos niveles bajos de serotonina en el cerebro, lo que puede -sin duda- desembocar en un estado casi depresivo y de astenia otoñal, donde nuestros ciclos de sueño-vigilia están alterados. Paralelamente, tenemos más sensación de cansancio, mal humor, apatía y asilamiento social, pues nos apetece salir menos de casa y preferimos, incluso, estar solos.
Carolina Morán
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