Jamás digamos que es demasiado tarde. Al Comley aguardó durante 30 años a que se le presentara una segunda oportunidad. En 1935, a la edad de 19 años, se inscribió en una escuela de comercio, donde su curso preferido fue el de ventas. Pero aquellos eran los años de la depresión económica norteamericana, y cuando terminó sus estudios debió aceptar el primer empleo que pudo conseguir: llevar en orden los pedidos que recibía una fábrica de productos alimenticios. Varias veces, en el curso de los años, pensó en dedicarse a las ventas, pero no llegó a hacerlo, por fin, a la edad de 53 años, se decidió a realizar su sueño: optó por jubilarse con anticipación y se dedicó a la venta de seguros. “Debí haberme iniciado antes en las ventas”, comenta. “Pero al menos no esperé eternamente para hacerlo”. En la actualidad, ya de 70 años, Al trabaja para la empresa Fuller Brush y sirve a una zona compuesta de 300 clientes.
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