La maternidad
Es la ruptura total y repentina con tu propia identidad, con aquello que hasta el momento de parir te había definido: tus proyectos, tus ambiciones, tu trabajo, tus amigos, tu cuerpo, y todo aquello que llamabas tuyo. Tu tiempo. Tu vida.
Sigues siendo tú, solo que una versión más grande de ti misma. Pero al principio no lo sabes. Al principio no te encuentras. No hay nada que logre vincular esta nueva vida tuya de cambios de pañal, tetadas a deshoras y canciones de cuna, con aquella otra vida que parece tan remota, aquella en la que ibas y venías a tu antojo, disponías de tu tiempo y te pertenecías.
Porque, claro, todo tu ser es ahora para otro. Y ese otro se está alimentando de ti, no sólo de tu leche, sino también de tus caricias, de tus canciones, de tus palabras, de tu calor. Y el tiempo pasa, desde luego que pasa. Llegará el momento en el que, sin darte cuenta casi, las tomas se acorten y las horas de sueño nocturno se alarguen. Tu bebé aprenderá a sostener la cabeza, luego a darse la vuelta, luego a gatear.
El día menos pensado te regalará una sonrisa y pensarás
que todo el esfuerzo ha sido poco. Un día te dirá mamá.
Lo verás correr en el parque, subirse solo al tobogán,
jugar con otros niños, garabatear las primeras letras que te mostrará
orgulloso. Y por nada del mundo querrás cambiarte por esa otra
que eras, y que tan poco sabía acerca del amor…"
Fuente: Vivian Watson Molina, Una Nueva Maternidad
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