Y yo
que no creía en la gloria…
Te besé
Y yo
que nunca había visto el universo…
Descubrí tus ojos
Y yo
que no creía en la derrota…
Perdí ante tus abrazos
Y yo
que pensé que todo tiene principio y final...
Te encontré
Es entonces cuando descubro:
que lo increíble,
puede volverse realidad,
que el tiempo puede medirse en caricias
y que el amor no tiene fecha de caducidad.
Ivet Mata