
Las heridas que nos deja la vida
Perder a un ser querido, sufrir una decepción afectiva, terminar una amistad, ser traicionados, fracasar en algo que nos ilusionaba… Todo ello son hechos a los que nos hemos tenido que enfrentar alguna vez.
A menudo leemos o escuchamos cosas como que para “entender qué es la vida, uno debe sufrir en algún momento”. No es obligatoriamente así. El aprendizaje vital se obtiene de muchas formas, de hecho los momentos felices son grandes maestros a la hora de guiarnos, a la hora de invitarnos a avanzar.
Los hechos traumáticos, las heridas, lo que consiguen muchas veces es “encallarnos”. Evitar que sigamos adelante porque nos sentimos muy heridos. ¿Qué podemos hacer en estos casos? ¿Qué estrategias debemos seguir cuando el sufrimiento nos desborda?
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