El llanto es una de las primeras herramientas que tenemos los seres humanos
para expresarnos y comunicarnos con el resto.
Pero también hay quienes, pese a no tener una patología física que los
respalde, simplemente no pueden llorar. El problema, aseguran los
expertos, es que hacerlo es fundamental para expresar ciertas emociones.
quienes evitan hacerlo, corren el riesgo de volver a enfrentar esa angustia
en el futuro. Es decir, el intento de esquivar esa emoción, termina
acumulándola. “Es fundamental encontrar maneras de tramitar nuestros
sentimientos ya que silenciarlas –algo muy común a causa del ritmo de
vida y las exigencias– no hace más que se acumule como tensión en
nuestro psiquismo .
lo importante es darle curso a ese sentimiento, aunque no sea a través de
las lágrimas. “Más que llorar, hay que dejar un espacio para la emoción.
Vivirla. Porque cuando se canaliza la pena con otras actividades
distractoras hay una evitación de la experiencia emocional. Estudios
demuestran que esto termina provocando nuevos problemas sicológicos.
Lo importante es que haya una conexión con las emociones. Y si no salen
lágrimas de manera espontánea, tampoco hay que forzarlas. Mientras se
esté viviendo la pena, está todo bien”.
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