Asomaba a sus ojos una lágrima y... mi labio una frase de perdón; habló el orgullo y enjugó un llanto, y la frase en mi labio expiró. Yo voy por un camino, ella por otro; pero al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: ¿Por qué calle aquel día?. Y ella dirá: ¿Por qué no lloré yo?. Es cuestión de palabras, y, no obstante, ni tu ni yo jamás, después de lo pasado convendremos en quién la culpa está ¡Lástima que el amor un diccionario no tenga donde hallar cuando el orgullo es simplemente orgullo y cuando es dignidad!
Gustavo A. Bécquer
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