Una rutina de palabras y poemas de papel
se instaló en mi espacio cotidiano,
danzando sobre el silencio de tu imagen,
donde un puñado de rosas adornan el territorio.
Voy desandando mis pasos con los pies lleno de caminos
por la noche poblada de duendes y fantoches,
que no conocen la dimensión de la nostalgia,
donde se esfuma el dolor de tu distancia.
Mi magisterio de perladas palabras se ruboriza
ante la impotencia de anestesiar mi angustia
y flota sobre mi erial, el recuerdo de la dulzura
de una noche de amor en primavera.
Te entregué mi corazón dispuesto a vivir
después de una centuria de máscaras y tedios.
Encontré en el sendero un pentagrama vacío
donde se desvanecen mis pensamientos confusos.
Era una suave brisa de otoño en mis recuerdos,
donde la frágil mariposa perdió sus alas
y otra vez como antaño, me encontré soñando.
Con el pecho amanecido de esperas bajo la luna
y el corazón ausente de lirios y besos...
¡Me nostalgia tu ausencia!