Pensar antes de actuar: cómo lograrlo para evitar conflictos innecesarios
La mejor manera de lograrlo es desarrollando la virtud de la prudencia,
la combinación perfecta de sentido común y la palabra justa
en el momento indicado.
Cómo evitar dejarse llevar por los impulsos.
Es que la prudencia es el arte de decidir bien,
y también implica el dominio de las emociones y
reacciones. El poder desarrollar esta virtud, nos va a permitir
tomar decisiones correctas y, sobre todo, tener el dominio
de nosotros mismos.
La falta de prudencia siempre repercutirá en
todos los aspectos de la vida, tanto sea personal, como colectivo.
El valor de la prudencia, nos hace tener un trato justo con
los demás y con nosotros mismos, y esto permite crear
relaciones de confianza con uno mismo y con los demás.
Que podamos desarrollar esta virtud no quiere decir que
no vayamos a cometer a errores. La persona que es prudente,
tiene la cualidad de reconocer en qué falló, cuáles son sus límites,
sabe disculparse y recibir consejos.
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