En un camino seguido, me importas un comino, es el camino, lo importante, no el contenido, pero… la constante pisada grande, que queda hasta las rodillas, no puedes evitar miradas.
Y sigues…
Persigues el horizonte, no por perseguir… por seguir, el dolor de la pisada… esa sensación de trauma, o esa inyección de endorfinas, que te alivian. Allá atrás está mi final, lo sé, y por eso no puedo parar. Levanto, tirando de mi cuerpo, hasta llevar mi alma al infierno… En actos automáticos, persigo, una pantalla que me deja dejar todo aquello que quiera, un mundo, hasta no ser nadie, que termina al final de un día eterno, intentando dejar algo bueno.
Qué mas…
Y qué menos. Yo no compito contra ti. Porque es contra mí. Mi mente se hace fuerte con cada mente que se encuentra, intento o intentas, vencerte… romperte, hundirte hasta la muerte, para reconstruirte desde lo más profundo y volver más fuerte.