Nacisteis juntos y juntos para siempre.
Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte esparzan vuestros días.
Sí, estaréis juntos en la memoria silenciosa de Dios.
Pero dejad que haya espacios en vuestra cercanía.
Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.
Que sea, más bien, un amor inquieto,
entre las costas de vuestras almas.
Llenaos el uno al otro vuestras copas,
pero no bebáis solamente de una.
Daos el uno al otro de vuestro pan,
pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno sea independiente,
como las cuerdas del laúd,
que están solas aunque tiemblen al unísono.
Dad vuestro corazón,
pero no para que vuestro compañero lo tenga.
Porque sólo la mano de la Vida
puede contener vuestros corazones.
Y estad juntos, pero no demasiado juntos,
porque incluso los pilares del templo
se plantan firmes y separados.
Y ni el roble crece bajo la sombra del ciprés
ni el ciprés bajo la sombra del roble.
Khalil Gibran