La vida me enseñó mucho:
a perdonar sin entender porque pasan las cosas,
a amar sin que me amen,
a sentir sin que me sientan,
a tolerar sin que me toleren,
pero no me ha enseñado a sobrellevar la soledad,
a vivir sin una caricia,
sin un abrazo,
a levantarte a la mañana
y no encontrar nadie a tu lado,
a sentirte menos que nada
a querer gritar: estoy aquí, que me oigan,
pero también me ha enseñado
a recordar las cosas bellas,
el amor sublime de una madre,
la mirada tibia de un padre
y el acogimiento de tener simplemente la vida,
que ya es mucho pedir
y sentir que teniéndola
todo aquello que he escrito
puede cambiar algún día,
porque no olvides que amar, sentir, tolerar
y perdonar son parte de la misma vida.