«El invierno manda y nuestra piel se resiente. La luz brilla por su ausencia, disminuye la ingesta de líquidos -en comparación con el verano- y a las bajas temperaturas impuestas por la madre Naturaleza en el exterior, se unen las altas temperaturas impuestas por el ser humano en el interior. Así no hay quien viva. Y menos la piel que sufre las consecuencias, se vuelve más vulnerable y para mantener el equilibrio no lo tiene nada fácil. Si no la cuidamos como es debido puede pasar en poco tiempo de estar sana y resplandeciente a apagada y seca.
Todos los elementos en contra. El frío, el viento, o el calor excesivo
producido por las calefacciones en el interior de las casas y oficinas,
actúan de la misma manera sobre la piel que, por su culpa,
pierde la hidratación natural. ¿Por qué? Muy fácil.
La superficie cutánea se compone de una estructura formada
por agua, lípidos y ácidos grasos superficiales que protegen nuestra piel
de la pérdida de agua.
Tanto las bajas temperaturas como las altas (el clima en el interior
a causa del calentamiento del ambiente provocado por las calefacciones
es extremadamente seco), causan daños que afectan y modifican
ligeramente su estructura, ya que el agua se evapora a mayor velocidad
y desaparece la hidratación natural de la piel. Si no se defiende como es
debido presentará signos claros de sequedad, rojeces, tirantez,
aumento de cuperosis, etcétera.
Si no la cuidamos como es debido puede pasar en poco tiempo
de estar sana y resplandeciente a apagada y seca
«Lo primero que hay que hacer es prevenir y combatir la deshidratación
acentuada por el frío, y para ello elegir una buena crema hidratante»,
indican desde la AEDV (Academia Española de Dermatología).
«Ésta debe llevar componentes “humectantes” que atraigan el agua
dentro de la piel, como la glicerina, propilén-glicol, urea, lactato sódico,
etc. y componentes con efecto oclusivo, que sirven de barrera, para impedir
la pérdida de agua epidérmica, como son la lanolina, silicona y sus
derivados, etc. Para disminuir las arrugas superficiales: emplear
cosméticos que contengan hidroxiácidos, retinol y/o vitamina C y
si están más marcadas: añadir cosméticos con péptidos, que disminuyan
el tono muscular».
Otro aspecto muy importante para frenar el proceso de envejecimiento
de la piel, es no olvidar nunca protegerla. Sea invierno o verano.
Desgraciadamente la gente no es consciente de la cantidad de sol que
recibimos mientras realizamos las actividades diarias, también en invierno,
por lo que hay emplear un fotoprotector a diario, cuyo índice de protección,
por supuesto, será mucho más alto si se realizan deportes de invierno.
Ley de invierno
Pero no solo la piel de la cara sufre las consecuencias de esta época del año.
La del resto del cuerpo también. Lógico. Por eso en invierno hay que seguir
sus propias leyes. Para proteger el órgano más grande de nuestro organismo,
tome una serie de medidas:
- Aplicar cremas específicas en las zonas más expuestas como las manos
o los labios que sufren de forma especial. En las manos se recomienda
hacerlo varias veces al día con especial incidencia por la noche
para reforzar el efecto del tratamiento. En los labios un bálsamo específico
con protección que limite la evaporación y favorezca la hidratación.
- Nada de tomar largos baños y demasiado calientes. Que sean cortos
y con agua templada. Al salir imprescindible una buena hidratación.
-En casa, si puede, evite temperaturas superiores a los 24 grados.
- Para estar perfectamente hidratado empiece desde el interior e intente
beber dos litros de agua al día. Un hábito que deberíamos mantener
durante todo el año.
-Tome alimentos ricos en vitamina C. Además de su acción antioxidante
contribuye a la producción de colágeno
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