A la muerte se le acompaña llorando juntos,
permitiéndote tener días
grises,
confiando en que poco a poco todo irá a mejor.
Admitiendo que no
hay
respuesta para todos las preguntas,
poniéndole nombre a los miedos
que van apareciendo,
respetando los ritmos de aceptación.
Entrenando la
resilencia,
confiando en el futuro, poniendo valo
r a todo lo bueno que
tenemos. A la muerte hay que mirarla a la cara,
desarrollando
mecanismos
para eliminar la culpa, para mitigar el enojo.
Utilizando un
leguaje que ayude a entender,
a sanar, a mantener vivo el recuerdo
Verbalizando lo mucho que
añoramos a la persona que ya no está,
lo
importante que era en nuestra vida,
lo que nos gustaría volverle a ver.
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