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De: Hermano Cristiano  (Mensaje original) Enviado: 06/02/2014 22:31

Tampoco se pretende que las personas de otras religiones diferentes a la fe cristiana se adhieran a Dios a través de Jesús, y pues, ojalá que lo escrito en estos párrafos sirva de alguna reflexión para que todos los que creemos en Dios - como quiera que se le llame - y aún los que no crean, reflexionemos en que, lo más importante de todas ellas está basado en el amor y el perdón, aunque el hombre se ha encargado de torcer los rectos caminos de Dios.

 Así pues, lo que se pretende es de que todos los seres humanos decidamos prepararnos debidamente para que nuestra mente sea cautivada por la Mente de la Sabiduría y Poder Eterno de Dios, estudiando, reflexionando y meditando profundamente su Palabra plasmada en el Nuevo Testamento para adentrarnos en el conocimiento espiritual que nos enseña cómo hacer verdaderamente nuestra la Alianza Nueva de Dios con los hombres al seguir los tiempos, el orden y propósito de Dios en la encomienda dada a Jesús y así integremos nuestro espíritu, alma y cuerpo en permanente alabanza a Dios en su Trinidad Santa y Perfecta, uniendo y fundiendo nuestro espíritu con el Espíritu de Jesús para recuperar nuestra verdadera identidad en Dios, con el conocimiento pleno de haber sido hechos a su imagen y semejanza al ser enteramente fieles a su mandato cuando en su Palabra dice:

"Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó aparte, ellos solos, a un monte muy alto. Y allí cambió de aspecto delante de ellos. Sus ropas se volvieron blancas y resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo sería capaz de blanquearlas de ese modo. Y se les aparecieron Elías y Moisés, los cuales conversaban con Jesús". Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bueno que estamos aquí! Levantaremos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías" "En realidad no sabía lo que decía, porque estaban aterrados. En eso se formó una nube que los cubrió con su sombra, y desde la nube llegaron estas palabras: "Este es mi Hijo, el Amado: a él han de escuchar." Y de pronto, como miraron alrededor, no vieron ya a nadie; sólo Jesús estaba con ellos.

Cuando bajaban del cerro, les ordenó que no dijeran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron el secreto, aunque se preguntaban unos a otros que será eso de resucitar de entre los muertos."

Mateo. 7: 1-9

Tratemos de discernir este evento espiritualmente, para conocer la enseñanza que Jesús quiere transmitir."

Como vemos, Jesús tomó a los tres discípulos que estaban siempre más cerca de él para que fueran testigos de ese extraordinario suceso en el cual nos da a entender, que el hombre que quiera estar cerca de Dios, deberá subirse sobre ese cerro alto formado con las tradiciones religiosas y la sabiduría humana y sus cotos de poder y colocar encima de todo eso a las cosas espirituales de Dios para ser vestido con ese ropaje espiritual y así saber reconocer, que la visita que hicieron Moisés y Elías a Jesús, fue para que el hombre creyente de Dios, no levante altares o chozas a ningún profeta o líder en las cosas espirituales de Dios, de tiempos pasados o actuales, ya que por disposición del Padre esos tiempos habían llegado a su fin, por lo que ahora ellos dejaban el lugar a Jesús para que diera cabal cumplimiento a lo que el Padre le encomendó, es decir: liberar al hombre de las cadenas religiosas que por siglos lo había mantenido esclavizado. Lo cual, hasta la fecha no ha sucedido porque seguimos aceptando esas vendas negras en nuestros ojos espirituales y no nos hemos preocupado por conocer más de la esencia espiritual que la Escritura del Nuevo Testamento contiene.

 Esta encomienda fue la de enseñarle al hombre, a través de cosas que pudiera ver, a recuperar el poder que viene de lo alto para resucitar a su condición espiritual de la que originalmente desciende, para que la esencia, substancia y eternidad del Único y Eterno Yo Soy, sea en él.

Por eso es necesario conocer que de lo que se trata de comunicar en este escrito, no es para que alguien pretenda buscar un lugar especial dentro de la enseñanza que Jesús comparte al hombre que le hiciera sentir tener alguna autoridad sobre los demás, es decir, algo así como un jefe o un líder o algo semejante que a la larga lo haría caer en lo que se trata de evitar según la advertencia que la Palabra de Jesús nos hace en Lucas 22: 24 - 27 que dice:

"Pero luego comenzaron a discutir cuál de ellos debería ocupar el primer lugar." Jesús les dijo: "Los reyes de las naciones se portan como dueños de ellas y, en el momento en que las oprimen, se hacen llamar bienhechores. Ustedes no deben de ser así. Al contrario, el más importante entre ustedes se portará como si fuera el último, y el que manda como el que sirve. Pues ¿quién es más importante: el que está sentado a la mesa o el que sirve? El que está sentado, ¿no es cierto? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve."

 Esta Palabra de Dios nos confirma que no debemos buscar ningún puesto para transmitir la enseñanza de Jesús que nos pudiera hacer sentir una autoridad en lo espiritual sobre los demás, tomando en cuenta que Jesús siendo quien es, no vino para ser servido sino para servirnos el Pan de vida que es su cuerpo y el Vino Nuevo que es su sangre a través de la enseñanza de su Palabra en el discernimiento de ella en su esencia espiritual, lo que alimentará a nuestro espíritu y fortalecerá nuestra mente para querer conocer de nuestro verdadero origen para volver al camino, por lo que, cada uno de los que han sentido ser llamados como encargados para repartir el alimento del que él vino a servirnos, cuiden de no alterar su pureza para ser considerados fieles encargados de las obras misteriosas de Dios y sean convertidos en afluentes y fuentes del poder y autoridad de su Palabra al guardarla y enseñarla a cumplir con fidelidad como la voluntad de Dios, reconociendo, que sólo a Jesucristo le fue dado todo poder y autoridad en el Cielo y en la tierra, y que a ningún ser humano de tiempos pasados o actuales, le ha sido otorgado lo mismo, sin embargo, todos aquellos que glorifiquen el Nombre de Jesús guardando y enseñando a cumplir su Palabra, estarán glorificando al Padre, y en el tiempo en que él lo disponga, serán convertidos en esos afluentes y fuentes de su poder para que éste fluya grandemente a través de ellos en el Nombre de Jesús y puedan compartir esa herencia que Dios reserva a sus hijos obedientes de su voluntad divina.


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