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General: El santuario Celestial y el sábado septimo dia.
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De: Damarit Espinoza  (Mensaje original) Enviado: 04/03/2022 20:51



El santuario celestial y el sábado LEVITICOS 19:30 Guardad mis sábados y respetad mi santuario. Yo, Yahveh.“El templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo”. Apocalipsis 11:19. El arca del pacto de Dios está en el Lugar Santísimo, el segundo departamento del Santuario. En el servicio del tabernáculo terrenal, que servía como “copia y sombra del que está en el cielo”, este departamento sólo se abría en el gran Día de la Expiación para la purificación del Santuario. Por tanto, el anunció de que el templo de Dios fue abierto en el cielo y se vio el arca de su pacto indica que el Lugar Santísimo del Santuario celestial se abrió en 1844, cuando Cristo entró en él para consumar la obra final de expiación. Los que por fe siguieron a su gran Sumo Sacerdote cuando dio inicio a su ministerio en el Lugar Santísimo, contemplaron el arca de su pacto. Habiendo estudiado el tema del Santuario llegaron a entender el cambio en elministerio del Salvador, y vieron que Jesús entonces estaba oficiando ante el arca de Dios y ofreciendo su sangre en beneficio de los pecadores. {CES 107.3}

El arca que estaba en el tabernáculo terrenal contenía las dos tablas de piedra, en que estaban grabados los preceptos de la ley de Dios. El arca era un mero receptáculo de las tablas de la ley, y la presencia de estos preceptos divinos le daba su valor y carácter sagrado. Cuando el templo de Dios fue abierto en el cielo, se vio el arca de su pacto. En el Lugar Santísimo, en el Santuario celestial, la ley divina se encuentra sagradamente guardada; es la ley que fue promulgada por el mismo Dios entre los truenos del Sinaí y escrita con su propio dedo sobre las tablas de piedra.{CES 108.1}

La ley de Dios en el Santuario celestial es el gran original, del que los preceptos grabados en las tablas de piedra y registrados por Moisés en el Pentateuco eran una copia exacta. Los que llegaron a entender este punto importante fueron inducidos a ver el carácter sagrado e invariable de la ley divina. Vieron, como nunca antes, la fuerza de las palabras del Salvador: “Mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni una tilde de la ley desaparecerán”. Mateo 5:18, VM. Como la ley de Dios es una revelación de su voluntad, una trascripción de su carácter, debe permanecer para siempre como “fiel testigo en el cielo”. Ni un mandamiento ha sido anulado; ni un punto y ni una tilde han sido cambiados. Dice el salmista: “Tu palabra, Señor, es eterna, y está firme en los cielos”. “Todos sus preceptos son dignos de confianza, inmutables por los siglos de los siglos”. Salmos 89:37, NVI; 119:89111:7, 8, NVI.{CES 108.2}

 Vi a un ángel que volaba con presteza hacia mí. Me llevó rápidamente de la Tierra a la santa ciudad, donde vi un templo en el que entré. Antes de llegar al primer velo pasé por una puerta. Ese velo se levantó y entré en el Lugar Santo, donde vi el altar del incienso, el candelabro de siete lámparas y la mesa con los panes de la proposición. Después de ver la gloria del Lugar Santo, Jesús levantó el segundo velo y pasé al Lugar Santísimo. 

“En el Santísimo vi un arca, cuya cubierta y cuyos lados estaban recubiertos de oro purísimo. En cada extremo del arca había un hermoso querubín con sus alas extendidas sobre el arca. Sus rostros estaban frente a frente y miraban hacia abajo. Entre los ángeles había un incensario de oro, y sobre el arca, donde estaban los ángeles, un resplandor sumamente luminoso que se semejaba a un trono donde mora Dios. Junto al arca estaba Jesús, y, cuando las oraciones de los santos llegaban a él, el humo del incienso surgía del incensario y Jesús ofrecía a su Padre esas oraciones con el humo del incienso. Dentro del arca estaba el vaso de oro con el maná, la florida vara de Aarón y las tablas de piedra, que se plegaban la una sobre la otra como las hojas de un libro. Jesús las abrió, y vi en ellas los Diez Mandamientos escritos por el dedo de Dios. En una tabla había cuatro, y en la otra seis. Los cuatro de la primera brillaban más que los otros seis. Pero el cuarto, el mandamiento del sábado, brillaba más que todos; porque el sábado fue puesto aparte para que se lo guardara en honor del santo nombre de Dios. El santo sábado resplandecía; lo circuía un nimbo de gloria. Vi que el mandamiento del sábado no estaba clavado en la cruz, pues de haberlo estado, también lo hubieran estado los otros nueve, y tendríamos libertad para violarlos todos, así como el cuarto. Vi que, por ser Dios inmutable, no había cambiado el día de descanso.



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