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General: CONSTANTINO PRIMER PAPA Y EL DOMINGO 666 SANTIFICAR LAS FIESTAS CATECISMO .
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CONSTANTINO PRIMER PAPA Y LA MARCA DE LA BESTIA DOMINGO CATECISMO DANIEL 7:25, 2TESALCAP 2 . Apoc 13:17y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre de la Bestia o con la cifra de su nombre.
18 ¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666.cap14:8,11cap16cap17:8cap19:20,21 .
Constantino, pagano aún, promulgó un decreto para apoyar la observancia general del domingo como una festividad pública en todo el Imperio Romano. Después de su conversión siguió siendo un ferviente abogado del domingo, y su edicto pagano fue puesto en vigencia en provecho de su nueva fe. Pero el honor manifestado hacia ese día no era suficiente para impedir que los cristianos consideraran que el sábado era el día santo del Señor. Había que dar otro paso más; el falso día de reposo debía ser exaltado para lograr su igualdad con el verdadero. Pocos años después de la promulgación del decreto de Constantino, los obispos de Roma le confirieron al domingo el título de día del Señor. De ese modo se indujo a la gente gradualmente a que considerara que poseía un cierto grado de santidad. No obstante, se seguía guardando el sábado séptimo día del Sinaí Cristo original. El domingo es el séptimo[1] día de la semana civil en la mayoría de los países de habla hispana. A nivel internacional, el estándar ISO 8601 del año 2004 estableció que la semana comienza en lunes y termina en domingo, considerándolo, de esta manera, el último día del cómputo semanal. Sigue al sábado y precede al lunes. EL DOMINGO PRIMER DIA DE LA SEMANA INSTITUIDO POR ROMA PAPADO LA MARCA DE SATANAS NO ES EL SABADO SEPTIMO DIA EL DOMINGO ,SABADO SEPTIMO DIA DIA DE LA CREACION DE DIOS CRISTO EN EL EDEN Y LO RATIFICO EN EL SINAI CON SU DEDO DEL CIELO A MOISES Y A TODA LA HUMANIDAD POR ESE DIA SU PUEBLO LO ADORA Y LO ESPERA EN SU SEGUNDA VENIDA EXODO 20:8 .Recuerda el día del sábado para santificarlo.
9 Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos,
10 pero el día séptimo es día de descanso para Yahveh, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad.
11 Pues en seis días hizo Yahveh el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo sagrado.
Éxodo 20-> Ver.
[V.8-> Acuérdate. Esta palabra no hace más importante al cuarto mandamiento que a los otros nueve. Todos lo son igualmente. Quebrantar uno, es quebrantarlos todos (Stg 2:8-11). Pero el mandamiento del día de reposo nos recuerda que el séptimo día, el sábado, es el descanso señalado por Dios para el hombre, y que ese reposo se remonta hasta el mismo comienzo de la historia humana y es una parte inseparable de la semana de la creación (Gen 2:1-3; PP 348). Carece por completo de base el argumento de que el sábado fue dado al hombre por primera vez en el Sinaí. (Mar 2:27; PP 66, 67, 263). En un sentido personal, el sábado se presenta como un recordativo de que en medio de los afanes apremiantes de la vida no debiéramos olvidar a Dios. Entrar plenamente en el espíritu del sábado es hallar una valiosa ayuda para obedecer el resto del Decálogo. La atención especial y la dedicación dadas, en este día de descanso, a Dios y a las cosas de valor eterno, proveen un caudal de poder para obtener la victoria sobre los males contra los cuales se nos advierte en los otros mandamientos. El sábado ha sido bien comparado a un puente tendido a través de las agitadas aguas de la vida sobre el cual podemos pasar para llegar a la orilla opuesta, a un eslabón entre la tierra y el cielo, un símbolo del día eterno cuando los que sean leales a Dios se revestirán para siempre con el manto de la santidad y del gozo inmortales. Debiéramos "recordar" también que el mero descanso del trabajo físico no constituye la observancia del sábado. Nunca fue la intención que el sábado fuera un día de ociosidad e 616 inactividad. La observancia del sábado no consiste tanto en abstenerse de ciertas formas de actividad como en participar deliberadamente en otras. Dejamos la rutina semanal del trabajo sólo como un medio para dedicar el día a otros propósitos. El espíritu de la verdadera observancia del sábado nos inducirá a aprovechar sus horas sagradas procurando comprender más perfectamente el carácter y la voluntad de Dios, a apreciar más plenamente su amor y misericordia y a cooperar más eficazmente con él ayudando a nuestros prójimos en sus necesidades espirituales. Cualquier cosa que contribuya a esos propósitos primordiales es apropiada para el espíritu y la finalidad del sábado. Cualquier cosa que contribuya en primer lugar a la complacencia de los deseos personales de uno o a la prosecución de los intereses propios, es tan ajena a la verdadera observancia del sábado como un trabajo común. Este principio se aplica tanto a los pensamientos y a las palabras como a las acciones. El sábado nos remonta a un mundo perfecto en el remoto pasado (Gen 1:31; Gen 2:1-3), y nos advierte que hay un tiempo cuando el Creador, otra vez, hará "nuevas todas las cosas" (Ap 21:5). También es un recordativo de que Dios está listo para restaurar, dentro de nuestros corazones y de nuestras vidas, su propia imagen tal como era en el principio (Gen 1:26; Gen 1:27). El que entra en el verdadero espíritu de la observancia del sábado se hace así idóneo para recibir el sello de Dios, que es el reconocimiento divino de que el carácter del Eterno está reflejado perfectamente en la vida del hombre (Eze 20:20). Una vez cada semana tenemos el feliz privilegio de olvidar todo lo que nos recuerde este mundo de pecado, y "acordarnos" de las cosas que nos acercan a Dios. El sábado puede llegar a ser para nosotros un pequeño santuario en el desierto de este mundo, donde por un tiempo podemos estar libres de sus cuidados y podemos entrar, por así decirlo, en los gozos del cielo. Si el descanso del sábado fue deseable para los seres sin pecado del paraíso (Gen 2:1-3), ¡cuánto más esencial lo es para los falibles mortales que se preparan para entrar de nuevo en esa bendita morada! ]
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2 Tesalonicenses 2-> Ver. 3El Apóstol Pablo, en su segunda carta a los Tesalonicenses, predijo la gran apostasía que había de resultar en el establecimiento del poder papal. Declaró, respecto al día de Cristo la segunda venida : “Ese día no puede venir, sin que venga primero la apostasía, y sea revelado el hombre de pecado papado , el hijo de perdición; el cual se opone a Dios, y se ensalza sobre todo lo que se llama Dios, o que es objeto de culto; de modo que se siente en el templo de Dios, ostentando que él es Dios”. 2 Tesalonicenses 2:3, 4 Apoc 13 y cap17:8 ). Y además el apóstol advierte a sus hermanos que “el misterio de iniquidad está ya obrando”. Vers. 7. Ya en aquella época veía él que se introducían en la iglesia errores que prepararían el camino para el desarrollo del papado.
Poco a poco, primero solapadamente y a hurtadillas, y después con más desembozo, conforme iba cobrando fuerza y dominio sobre los espíritus de los hombres, “el misterio de iniquidad” hizo progresar su obra engañosa y blasfema. De un modo casi imperceptible las costumbres del paganismo penetraron en la iglesia cristiana. El espíritu de avenencia y de transacción fue coartado por algún tiempo por las terribles persecuciones que sufriera la iglesia bajo el régimen del paganismo. Mas habiendo cesado la persecución y habiendo penetrado el cristianismo en las cortes y palacios, la iglesia dejó a un lado la humilde sencillez de Cristo y de sus apóstoles por la pompa y el orgullo de los sacerdotes y gobernantes paganos, y sustituyó los requerimientos de Dios por las teorías y tradiciones de los hombres. La conversión nominal de Constantino, a principios del siglo cuarto, causó gran regocijo; y el mundo, disfrazado con capa de rectitud, se introdujo en la iglesia. Desde entonces la obra de corrupción progresó rápidamente. El paganismo que parecía haber sido vencido, vino a ser el vencedor. Su espíritu dominó a la iglesia. Sus doctrinas, ceremonias y supersticiones se incorporaron a la fe y al culto de los que profesaban ser discípulos de Cristo.
Esta avenencia entre el paganismo y el cristianismo dio por resultado el desarrollo del “hombre de pecado” predicho en la profecía como oponiéndose a Dios y ensalzándose a sí mismo sobre Dios. Ese gigantesco sistema de falsa religión es obra maestra del poder de Satanás, un monumento de sus esfuerzos para sentarse él en el trono y reinar sobre la tierra según su voluntad.
[V.3-> Nadie os engañe. El apóstol reconoce que el peligro de un engaño es real y grave (cf. Mat 24:4). Los métodos de engaño serían muchos, y Pablo no trataba de limitarlos a los tres mencionados (2Ts 2:2), sino que añade: “en ninguna manera”. El enemigo de la iglesia hará señales y milagros aparentes para inducir a los incautos a que acepten el gran engaño o mentira (2Ts 2:9-11). El pueblo de Dios debe, por lo tanto, estar alerta para no ser descarriado. Su fe debe fundarse en las claras afirmaciones de la Palabra de Dios. Porque no vendrá. Estas palabras no están en el texto griego. Los omite la BJ. Se han añadido para que el pensamiento sea más claro. Es obvio que la reunión de Cristo con los suyos es lo que “no vendrá” hasta que se revele el anticristo. Esto era lo que perturbaba a los tesalonicenses (2Ts 2:1). La apostasía. Gr. apostasía. Este vocablo griego aparece en el NT sólo aquí y en Hch 21:21. El artículo definido indica que se hace referencia a una apostasía definida, e implica que esa defección era algo bien conocido por los lectores. Pablo sin duda había dado instrucciones personalmente a los tesalonicenses acerca de la apostasía que vendría. Algunos años más tarde en su plática a los ancianos de la iglesia de Efeso, predijo que la apostasía se debería a hombres que se levantarían dentro de la iglesia “para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hch 20:30). El amonestó a Timoteo acerca de peligros similares, añadiendo que llegaría el tiempo cuando los hombres preferirían las fábulas y cerrarían sus oídos a la verdad (1Ti 4:1-3; 2Ti 4:3-4). Pedro y Judas hablan en tono duro acerca de los que han abandonado la senda recta (2Pe 2:1; 2Pe 2:12-22; Jud 1:4; Jud 1:10-13); y Juan testifica que en el tiempo cuando escribía habían surgido muchos anticristos (Jn 2:18). El Señor mismo instó a sus seguidores a que se cuidaran de los falsos profetas (Mat 7:15; Mat 24:24), y predijo que muchos tropezarían (Mat 24:10). Pablo no define específicamente la forma de la apostasía, pero se puede deducir de los pasajes mencionados; sin embargo, lo siguiente es claro: (1) la apostasía es religiosa, es una rebelión espiritual que tiene una relación primordial con la política la católica ; (2) esa defección aún era futura cuando escribía Pablo; (3) la apostasía no sólo sería antes del segundo advenimiento (2Ts 2:2), sino que serviría como una señal de la proximidad del regreso de Cristo. Por eso no se debía esperar la venida del Señor sin que sobreviniera antes la apostasía. La profecía acerca de esta caída espiritual parcialmente se cumplió en los días de Pablo, y mucho más durante la llamada Edad Media; pero su cumplimiento completo ocurrirá en los días inmediatamente previos al regreso de Jesús (cf. Nota Adicional de Rom. 13). Ver t. VI, pp. 65-68. Se manifieste. Gr. apokalúptò, “descubrir”, “quitar un veló”, “exponer”, “hacer saber” (cf. com. Ap 1:1). Este verbo se repite en 2Ts 2:6; 2Ts 2:8, y se usa en otras partes del NT para referirse a revelaciones sobrenaturales (cf. Mat 16:17; Luc 10:22, etc.), y especialmente para referirse a la aparición de Cristo (cf. Luc 17:30. El sustantivo afín apokálupsis, “revelación”, ocurre en 1Co 1:7, “manifestación”; en 2Ts 1:7, “manifieste”; en 1Pe 1:7; 1Pe 1:13, “manifestado”; en 2Ts 4:13, “revelación”). Esto sugiere que la manifestación del “hombre de pecado” implicaría elementos sobrenaturales y que su esfera de acción sería claramente de carácter religioso. El hecho de que, el “hombre de pecado” va a “manifestarse”, significa que estaría oculto hasta cierto momento, y entonces se manifestaría al mundo -del cual hasta ese tiempo se había escondido-, o que se quitaría su disfraz y aparecería tal c¿>mo es, o que se le quitaría su disfraz y se daría a conocer su verdadera naturaleza ante los habitantes de la tierra. El hombre de pecado. Es decir, el hombre cuya característica distintiva es el pecado. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el texto “hombre de ilegalidad” (anomía), que se ha traducido de diversas formas: “hombre impío” (BJ); “hombre de la iniquidad” (NC). Cf. com. 2Ts 2:8 donde “aquel ‘inicuo” es literalmente “el Impío” (BJ). El artículo definido “el” indica que Pablo se está refiriendo a un enemigo acerca del cual ya había hablado a los tesalonicenses, y que esperaba que ellos supieran de qué estaba escribiendo. El hecho de que emplee el sustantivo “hombre’ (Gr. ánthropos) indica también una persona definida o un poder definido. En cuanto a la identidad de esa persona o ese poder, ver com. 2Ts 2:4. El hijo de perdición. O “hijo de destrucción”, es decir, un hijo destinado a la destrucción. Este es otro título o descripción del “hombre de pecado”. Hay sólo un lugar más en las Escrituras donde se usa esta denominación. El Salvador la aplicó a Judas (ver com. Jn 17:12), apóstol que una vez fue compañero de los otros discípulos e igual a ellos, pero que permitió de tal manera que Satanás entrara en su corazón (Jn 13:2; Jn 13:27), que traicionó a su Señor (Mat 26:47-50). ]
2 Tesalonicenses 2-> Ver. 8
[V.8-> Entonces. Los que afirman que el “quitado de en medio” (2Ts 2:7) es el Imperio Romano, entienden que el adverbio “entonces” se refiere al tiempo cuando ascendió al poder la Roma papal (ver com. Dan 7:8). Los que afirman que el “quitado de en medio” es el anticristo (ver com. “aquel inicuo”), creen que “entonces” se aplica a un tiempo todavía futuro, cuando el papado experimentará un breve período de reavivamiento (ver com. Ap 13:3), después del cual quedará desenmascarada su verdadera naturaleza (ver com. Ap 17:16-17), o, dentro de una aplicación más amplia, al tiempo cuando Satanás, el anticristo supremo, actúe personalmente en los acontecimientos de los últimos días, hasta que quede al descubierto la falsedad de sus pretensiones de ser dios (ver com. 2Ts 2:4). Debe recordarse que el apóstol no trataba de presentar un resumen doctrinal completo de los acontecimientos de los últimos días, sino que sólo procuraba proporcionar a los tesalonicenses una información profético que impidiera que fueran engañados acerca del tiempo del regreso del Señor. Por lo tanto, no debemos esperar una cronología completa de los sucesos que precederán al “día del Señor la segunda venida de Cristo ”. Se manifestará. Gr. apokalúptò (ver com. 2Ts 2:3). Si se aplicara al papado, se referiría a su elevación al poder después de la declinación del Imperio Romano; pero la referencia también podría ser al tiempo, aún futuro, cuando el poder papa¡ se refortalecerá (ver com. Ap 13:8), y al tiempo cuando, después de ese breve período de reavivamiento, se desenmascarara o manifestará la verdadera naturaleza de ese sistema (ver com. Ap 17:16-17). Si esta manifestación o quitamiento del velo se aplica a Satanás, se referiría a su pretendida falsificación de la venida de Cristo (ver com. 2Ts 2:9). Aquel inicuo. Gr. ho ánomos, literalmente “el sin ley”, por lo tanto, “el violador de la ley”, “el desobediente”; o el “impío” (BJ, BC). Se hace referencia al “hombre de pecado” (2Ts 2:3) o “misterio de iniquidad” (2Ts 2:7). De acuerdo a un punto de vista, “el violador de la ley” es el papado (ver com. 2Ts 2:4; cf. CS 405, 636); según un segundo enfoque, no es sólo el papado sino ante todo Satanás, el anticristo supremo, cuando personificará a Cristo en su segunda venida precisamente antes del último día se sentará en el Vaticano para bendecir a los que obedecen el papado en el catecismo Domingo Laudato si (ver com. 2Ts 2:4; 2Ts 2:9). El Señor. Algunos MSS dicen “Señor Jesucristo”; otros dicen sólo “Señor”. Sin embargo, la evidencia textual se inclina (cf. p. ID) por el texto “Señor Jesús”. Esto armoniza mejor con el contexto que habla del glorioso regreso de Cristo. Matará. Gr. analískò, “consumir”, “aniquilar”, “destruir”. Aunque algunos MSS tienen el verbo anairéò, “anular”, “abolir”, “matar”, la evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el verbo analískò. Ver com. “destruirá”. Espíritu de su boca. Es decir, el aliento de su boca (cf. com. Luc 8:55; Ap 19:15). Aquí puede haber una alusión a las palabras de Isa 11:4. Destruirá. Gr. kalargéò, “inutilizar”, por lo tanto, “dejar anulado e inútil” (ver com. Rom 3:3). Este significado corresponde bien con la descripción de la suerte que aguarda al papado, o más específicamente a Satanás en la segunda venida de Cristo destruido con su resplandor si antes por las plagas del Apocalipsis 16 (cf. com. Ap 20:1-6). El papado deja de existir y se desmorona el designio cuidadosamente elaborado por Satanás. Las palabras de este versículo se han usado a veces para describir la destrucción de los impíos en la segunda venida de Cristo. Es cierto que entonces los impíos vivos serán súbitamente destruidos; pero Pablo se está refiriendo a la suerte de “aquel inicuo”, “el impío”, y no a la de los impíos en general. Resplandor. Gr. epifáneia, “epifanía”, “manifestación”, palabra que se usaba con frecuencia en el griego clásico para describir la aparición gloriosa de los dioses paganos. “Manifestación” (BJ, NC). En el NT se emplea exclusivamente para describir los dos gloriosos advenimientos del Señor Jesús: el primero (2Ti 1:10) y el segundo (1Ti 6:14; 2Ti 4:1; 2Ti 4:8; Tit 2:13). Venida. Gr. parousía, palabra que generalmente se usa para la segunda venida de Cristo (cf. com. 2Ts 2:1; Mat 24:3). ]
2 Tesalonicenses 2-> Ver. 9
[V.9-> Advenimiento. Gr. parousía, la misma palabra que describe la venida de Cristo en el 2Ts 2:8 (ver com. allí). Muchos afirman que el apóstol se está refiriendo a la imitación que hará Satanás de la venida en gloria de nuestro Señor, debido (1) al significado técnico que tiene el término parousía, (2) al uso frecuente de esta palabra para describir la segunda venida de Cristo y (3) a la yuxtaposición de parousía (ver com. inmediato anterior). En cuanto al hecho de que Satanás imitará una parousía, ver CS 651, 681-683; 5T 698; SC 64. Debemos estar agradecidos porque la Palabra de Dios proporciona claras descripciones de la venida de Cristo para que los creyentes no sean engañados. El mismo Señor “descenderá del cielo” (1Ts 4:16) “con las nubes” (Ap 1:7), así como los discípulos le habían “visto ir al cielo” (Hch 1:11), y su venida será “como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente” (Mat 24:27), y por lo tanto “todo ojo le verá aparece Cristo con su santa ley del Sinaí sostenida por padre celestial Cristo llama a sus muertos de las tumbas resucitan los salvos desde Adán el último sellado de Cristo CRISTO NO PISA LA TIERRA NI CAMINA POR ELLA DESDE EL CIELO LLAMA A SUS HIJOS SALVADOS Y EN EL AIRE VAN HACIA CRISTO A LA SANTA CIUDAD ” (Ap 1:7). No le será posible a Satanás falsificar exacta y completamente la parousía del Señor (ver CS 683). El pueblo de Dios podrá escapar del engaño satánico (ver com. Mat 24:24) si estudia diligentemente las Sagradas Escrituras y recuerda bien los detalles proféticos del segundo advenimiento del Señor. Por. Gr. katá, “de acuerdo con”, “en conformidad con” (cf. 8T 226). Obra de Satanás. O de acuerdo con el método propio de Satanás. Poder y señales y prodigios mentirosos CAMINARA SATANAS HACIENDOSE PASAR POR CRISTO CON LOS 12APOSTOLES DICIENDO QUE EL SABADO SEPTIMO DIA FUE CAMBIADO POR EL DOMINGO SU MARCA DE MUERTE ETERNA . El adjetivo “mentirosos” modifica a los tres sustantivos. Las palabras “poder”, “señales”, “prodigios” también se aplican a los milagros de Jesús CURARA A ENFERMOS DESDE EL VATICANO Y BENDECIRA A SUS HIJOS QUE TENDRAN LA MARCA DE LA BESTIA CATECISMO DOMINGO (ver t. V, p. 198); pero las obras maravillosas del Señor eran genuinas y “señales” que atestiguaban su naturaleza divina Jn 10:25; Jn 10:37-38). Los milagros que producen actos de creación exceden, por supuesto, al poder de Satanás; sin embargo, se registra que Satanás tiene poder para afligir a los hombres con dolencias físicas ENFERMEDADES (cf. Luc 13:16). Es, pues, evidente que tiene poder para aliviarlos de esas dolencias cuando así conviene a sus propósitos. Satanás y sus agentes harán obras maravillosas de curaciones aparentemente iguales a las que hizo Cristo (CS 645-646, 651; TM 364-366; 3JT 285; 5T 698). Satanás hará obras maravillosas y recurrirá a manifestaciones espiritistas de poder sobrenatural en su intento final por engañar al mundo. ]
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FUE CAMBIADO POR EL PAPADO HIJO DE PERDICION DANIEL 7
Daniel 7->[V.25-> Hablará palabas. Arameo millin (singular millah), simplemente, “palabras”. La expresión “grandes cosas” (Dan 7:8; Dan 7:20) es una traducción del vocablo arameo rabreban. Millah se traduce “asunto” en Dan 2:5; Dan 2:8; Dan 2:10-11; Dan 2:23; Dan 5:15; Dan 5:26; Dan 7:1; “palabra” en los Dan 4:31; Dan 4:33; Dan 5:10; Dan 7:11; Dan 7:25; Dan 7:28; “edicto” en 3:28; 6:12 y “respuesta” en 2:9. Contra. Arameo letsad. Si ben tsad significa “lado”, letsad no significa, como se esperaría, “al lado”, sino “contra”. Pero aquí parecería significar además “ponerse en lugar de”. Al oponerse al Altísimo, el cuerno pequeño pretendería ser igual a Dios (ver com. 2Ts 2:4; cf. Isa 14:12-14). La literatura eclesiástica abunda en ejemplos de las pretensiones arrogantes y blasfemas del papado. Ejemplos típicos son los siguientes tomados de una gran obra enciclopédica escrita por un teólogo católico del siglo XVIII: “El papa es de una dignidad tan grande y es tan excelso, que no es un mero hombre, sino como si fuera Dios y el vicario de Dios... ”El papa está coronado con una triple corona, como rey del cielo y de la tierra y de la regiones inferiores... ”El papa es como si fuera Dios sobre la tierra, único soberano de los fieles de Cristo, jefe de los reyes, tiene plenitud de poder, a él le ha sido encomendada por Dios omnipotente la dirección no sólo del reino terrenal sino también del reino celestial... ”El papa tiene tan grande autoridad y poder que puede modificar, explicar e interpretar aun las leyes divinas... ”El papa puede modificar la ley divina, ya que su poder no es de hombre sino de Dios, y actúa como vicerregente de Dios sobre la tierra con el más amplio poder de atar y soltar a sus ovejas. ”Cualquier cosa que se diga que hace el Señor Dios mismo, y el Redentor, eso hace su vicario, con tal que no haga nada contrario a la fe” (traducción de Lucio Ferraris, “Papa II”,Prompta Bibliotheca, t. VI, pp. 25-29). Quebrantará. O, “desgastará”. Esto se describe antes con las palabras, “este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía” (Dan 7:21). La frase describe una persecución continua e implacable. El papado reconoce que ha perseguido y defiende tales hechos como el legítimo ejercicio del poder que pretende haber recibido de Cristo. Lo siguiente está tomado de The Catholic Encyclopedia: ”En la bula ‘Ad exstirpanda’ (1252), Inocencio IV dice: ‘Cuando los que hayan sido condenados como culpables de herejía hayan sido entregados al poder civil por el obispo o su representante, o la Inquisición, el podestá o primer magistrado de la ciudad los llevará inmediatamente y ejecutará las leyes promulgadas contra ellos, dentro del término máximo de cinco días’... Ni podía quedar duda alguna en cuanto a cuáles disposiciones civiles se indicaban, porque los pasajes que ordenaban quemar a los herejes impenitentes estaban incluidos en los decretos papales de las constituciones imperiales ‘Commissis nobis’ e ‘lnconsutibilem tunicam’. La bula antes mencionada ‘Ad exstirpanda’ permaneció de allí en adelante como documento fundamental de la Inquisición, renovada o puesta nuevamente en vigencia por varios papas, Alejandro IV (1254-61), Clemente IV (1265-68), Nicolás IV (1288-92), Bonifacio VIll (1-1303) y otros. Por lo tanto, las autoridades civiles estaban obligadas por los papas, so pena de excomunión, a ejecutar las sentencias legales que condenaban a los herejes impenitentes a la hoguera” (Joseph Blötzer, art. “Inquisition”, t. VIII, p. 34). Pensará. Arameo sebar, “procurar”, “intentar”. Se indica un esfuerzo premeditado Tiempos. Arameo zimnin (singular, zeman), término que indica tiempo fijo, como en los Dan 3:7-8; Dan 4:36; Dan 6:10; Dan 6:13, o un lapso como en los Dan 2:16; Dan 7:12. En el Dan 2:21 se da una sugestión en cuanto al significado de la expresión “cambiar los tiempos’. Allí se usan juntas otra vez las mismas palabras arameas que significan “mudar” y “tiempos”. Sin embargo, en ese pasaje Daniel dice que es Dios quien tiene la autoridad de mudar los tiempos. Es Dios quien rige el destino de las naciones. Es él quien “quita reyes, y pone reyes” (Dan 2:21). “En la palabra de Dios contemplamos detrás, encima y entre la trama y urdimbre de los intereses, las pasiones y el poder de los hombres, los instrumentos del Ser misericordioso, que ejecutan silenciosa y pacientemente los consejos de la voluntad de Dios” (Ed 169). Es también Dios quien determina el “tiempo” (arameo zeman) cuando los santos poseerán el reino (Dan 7:22). El esfuerzo del cuerno pequeño para mudar los tiempos indicaría un esfuerzo premeditado para ejercer el derecho divino de dirigir el curso de la historia humana. La ley. Arameo dath, palabra usada para referirse tanto a la ley humana (Dan 2:9; Dan 2:13; Dan 2:15; Dan 6:8; Dan 6:12; Dan 6:15) como a la divina (Esd 7:12; Esd 7:14; Esd 7:21; Esd 7:25-26). Es evidente que aquí se hace referencia a la ley divina, ya que la ley humana puede ser cambiada según la voluntad de la autoridad civil, y tales cambios difícilmente podrían ser el tema de la profecía. Al investigar si el papado ha intentado cambiar las leyes divinas o no, encontramos la respuesta en la gran apostasía de los primeros siglos de la era cristiana cuando fueron introducidas numerosas doctrinas y prácticas contrarias a la voluntad de Dios revelada en las Sagradas Escrituras. El cambio más audaz corresponde al día de descanso semanal. La iglesia apóstata admite sin ambages que es responsable de la introducción del descanso dominical, y pretende que tiene el derecho de hacer tales cambios Un catecismo autorizado para sacerdotes dice: “La Iglesia de Dios [es decir, la Iglesia Católica] en su sabiduría ha ordenado que la celebración del día sábado fuese transferida al ‘día del Señor’ “ (Cathechism of the Council of Trent, traducción de Donovan, Ed. 1829, p. 358). Este catecismo fue escrito por orden del gran Concilio de Trento y publicado bajo los auspicios del Papa Pío V. Durante los tiempos del NT los cristianos observaron el sábado, séptimo día de la semana (ver com. Hch 17:2). “ transición del sábado al domingo fue un proceso gradual que comenzó antes de 150 d. C. y continuó durante unos tres siglos. Las primeras referencias históricas que tenemos en cuanto a la observancia del domingo por profesos cristianos aparecen en la Epístola de Bernabé (cap. 15) y en la Primera apología de Justino Mártir (cap. 67), obras que datan aproximadamente del 150 d. C. Ambas condenan la observancia del sábado e instan a observar el domingo. Las primeras referencias auténticas al domingo como “día del Señor” proceden de fines del siglo II y provienen del llamado Evangelio según San Pedro y de Clemente de Alejandría (Misceláneas, v. 14). Antes de la revolución judía instigada por Barcoquebas en 132-135 d. C.,, el Imperio Romano reconocía al judaísmo como una religión legal y al cristianismo como una secta judía. Pero como resultado de esa revolución los judíos y el judaísmo se desprestigiaron. Para evitar la persecución que siguió, de allí en adelante los cristianos trataron por todos los medios posibles de dejar en claro que no eran judíos. Las repetidas referencias que hacen los escritores cristianos de los tres siglos siguientes a la observancia del sábado como una práctica “judaizante”, junto con el hecho de que no hay referencia histórica de la observancia cristiana del domingo como día sagrado antes de la revolución judía, indican el período comprendido entre los años 135-150 como el tiempo cuando los cristianos empezaron a atribuirle santidad de día de reposo al primer día de la semana. 859 Sin embargo, la observancia del domingo no reemplazó inmediatamente a la del sábado sino que la acompañó y completó. Durante varios siglos los cristianos observaron ambos días. Por ejemplo, a comienzos del siglo III, Tertuliano observó que Cristo no había anulado el sábado. Un poco más tarde, en las Constituciones apostólicas, libro apócrifo, (ii. 36) se amonestaba a los cristianos a “guardar el sábado y la fiesta del día del Señor”. A principios del siglo IV el domingo había alcanzado una clara preferencia oficial sobre el sábado. En su Comentario sobre el Salmo 92 Eusebio, principal historiador eclesiástico de esa época, escribió: “Todas aquellas cosas que era deber hacer en el sábado, las hemos transferido al día del Señor, como que le pertenecen de manera más apropiada, porque este día tiene preferencia y ocupa el primer lugar y es más honorable que el sábado judío”. La primera acción oficial de la Iglesia Católica que expresa preferencia por el día domingo fue tomada en el Concilio de Laodicea (c. 364 d. C.). El canon 29 de ese concilio estipula que “los cristianos no han de judaizar y estar sin trabajar en sábado, sino, que han de trabajar ese día; pero honrarán de especial manera el día del Señor, y como cristianos que son, si es posible, no harán ningún trabajo en ese día. Sin embargo, si se los encuentra judaizando, serán excluidos de Cristo”. Este concilio dispuso que hubiera culto en el día sábado, pero designó a ese día como día laborable. Es digno de notarse que ésta, la primera ley eclesiástica que ordena la observancia del domingo, especifica el judaizar como la razón para evitar la observancia del sábado. Además, la rígida prohibición de la observancia del sábado es una evidencia de que muchos estaban todavía ‘judaizando’ en ese día. En realidad, los escritores cristianos de los siglos IV y V con frecuencia amonestan a sus correligionarios en contra de esa práctica. Por ejemplo, alrededor del año 400, Crisóstomo observa que muchos guardaban aún el sábado a la manera judía y estaban así judaizando. Los registros de la época también revelan que las iglesias de Alejandría y Roma fueron las principales en fomentar la observancia del domingo. Por 440 d. C. el historiador eclesiástico Sócrates escribió que “aunque casi todas las iglesias del mundo celebran los sagrados misterios cada semana en sábado, sin embargo los cristianos de Alejandría y Roma, por una antigua tradición, han dejado de hacer esto” (Ecclesiastical History v. 22). Alrededor de la misma fecha Sozomenos (o Sozomeno) escribió que “la gente de Constantinopla, y de casi todas partes, se reúne en el sábado, tanto como en el primer día de la semana, costumbre que nunca se observa en Roma ni en Alejandría”. Hay pues tres hechos claros: (1) El concepto de la santidad del domingo entre los cristianos se originó, principalmente, en su esfuerzo de evitar prácticas que los identificaran con los judíos, y provocaran así persecución. (2) La iglesia de Roma desde muy antiguo fomentó una preferencia por el domingo; y la creciente importancia que se le dio al domingo en la iglesia primitiva, a expensas del sábado, siguió muy de cerca al crecimiento gradual del poder de Roma. (3) Finalmente, la influencia romana prevaleció para hacer que la observancia del domingo fuese motivo de una ley eclesiástica, en la misma forma en que prevaleció para establecer otras prácticas tales como la adoración de María, la veneración de los santos y de los ángeles, el uso de imágenes y las oraciones por los muertos. La santidad del domingo descansa sobre la misma base que esas otras prácticas que no se encuentran en las Escrituras, y que fueron introducidas en la iglesia por el obispo de Roma.
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