Las uniones laborales han revelado lo que son por medio del espíritu que han manifestado. Están controladas por el poder cruel de Satanás. (…) Podéis ser miembros de la iglesia, pero mientras pertenezcáis a esos sindicatos os será imposible guardar los mandamientos de Dios, porque pertenecer a esos grupos significa rechazar el decálogo del Sinaí escrito con el dedo de Dios .
Los disturbios y la confusión que llenan esas ciudades, las condiciones producidas por los sindicatos laborales y las huelgas, constituirán un gran estorbo para nuestra obra. Los hombres están buscando poner bajo la esclavitud de ciertos sindicatos a los que trabajan en diferentes oficios. Esto no es el plan de Dios, sino que es el plan de un poder que no deberíamos reconocer de ningún modo. La Palabra de Dios se está cumpliendo. Los impíos se están uniendo en atados listos para ser quemados.
“Debemos utilizar ahora todas las facultades que se nos han confiado para dar el último mensaje de amonestación al mundo. En esta obra debemos preservar nuestra individualidad. No hemos de unirnos a sociedades secretas ni a sindicatos laborales. Debemos permanecer libres en Dios, y volvernos constantemente a Cristo en busca de instrucción. Debemos realizar todos nuestros movimientos con la comprensión de la importancia de la obra que debe cumplirse para Dios”