temibles juicios de Dios para ahondar el sentido de su necesidad, e impulsarle a clamar: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Entonces la mano que humilló en el polvo, levanta al penitente.
No se deben tributar ni esperar alabanzas, porque esto tendería a fomentar en los hombres la confianza en sí mismos más bien que a aumentar su humildad; a corromperlos más bien que a purificarlos.
Los que alaban a los hombres son usados como agentes de Satanás…La adulación es una obra de Satanás.
No se deben tributar ni esperar alabanzas, porque esto tendería a fomentar en los hombres la confianza en sí mismos más bien que a aumentar su humildad; a corromperlos más bien que a purificarlos.
Nuestros hermanos se separan ellos mismos de Dios, por el honor que conceden a los seres humanos.