Hay algunos que dicen que todos los caminos conducen a roma y es verdad porque el mío me lleva cada noche al hueco que te nombra y le hablo y le suelto una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas; luego apago tus ojos y duermo con tu nombre besando mi boca. Ay, amor mío, qué terriblemente absurdo es estar vivo sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido. Que el final de esta historia, enésima autobiografía de un fracaso, no te sirva de ejemplo, hay quien afirma que el amor es un milagro que no hay mal que no cure pero tampoco bien que le dure cien años; eso casi lo salva, lo malo son las noches que mojan mi mano. Aunque todo ya es nada, no sé por qué te escondes y huyes de mi encuentro. por saber de tu vida no creo que vulnere ningún mandamiento; tan terrible es el odio que ni te atreves a mostrarme tu desprecio, pero no me hagas caso, lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo