"Desde hace varios años se ha tomado la costumbre, en muchos ambientes, de celebrar Halloween y tengo la impresión que la mayoría que adoptan esta moda no saben ni de que se trata. Para remontarnos a los orígenes hay que decir que en la antigüedad era la celebración del Año Nuevo Celta. Se la ubica en Gran Bretaña e Irlanda, en épocas antiquísimas. Pensaban que en la noche del 31 de octubre al 1º de noviembre el espíritu de los muertos regresaba a su casa a visitar a sus hogares y que, además, esa noche vagaban diablos de toda especie, hadas, duendes, brujas y toda clase de espíritus extraños. Los irlandeses que emigraron a Estados Unidos, en la segunda mitad del Siglo XIX, llevaron esta antigua celebración y allí, en América del Norte, tomó características diversas: invadir casas para romper ventanas, reclamar la entrega de regalos y, muchas veces, quedó convertida simplemente en una diversión para los niños que se disfrazaban e iban pidiendo golosinas. Es la fecha más importante del calendario satanista, ¡es como su año nuevo! Antón Lavey, autor de la Biblia Satánica, ministro de Satán, dice que el 31 de octubre es uno de los días más importantes para los satánicos. Si los padres tuvieran idea de lo que realmente es Halloween, ni siquiera mencionarían esa palabra a sus hijos, porque si celebras, aún involuntariamente, el Halloween estás invitando a Satán a que ingrese a tu casa".
Pero como estamos en España lo normal será celebrar nuestras tradiciones con el sentido que tiene en lo religioso, catequístico y cultural la Solemnidad de Todos los Santos, que nos recuerda nuestra comunión con la Patria Celestial. Ese dogma fundamental de nuestra fe que profesamos en el Credo cuando decimos "creo en la comunión de los santos" y que nos muestra también la dimensión inmensa de la Iglesia, que no se agota en este mundo peregrino sino que incorpora también a los santos del cielo y a las almas del Purgatorio
de la red